Liquidez o rentabilidad, he ahí la cuestión. Este binomio, unido al riesgo, está presente en la mayoría de productos financieros de renta fija. Normalmente, renunciamos a una cierta disponibilidad de nuestro dinero a cambio de una mayor liquidez, y viceversa. De hecho, en la mayor parte de ocasiones, la renta fija a largo plazo proporciona rentabilidades más elevadas que la renta fija a corto plazo, precisamente porque estamos inmovilizando los fondos durante un período de tiempo más largo.

Y decimos casi siempre porque, en algunas ocasiones, no es necesario renunciar a la liquidez para obtener una cierta rentabilidad. Esto es lo que ocurre con las cuentas remuneradas o cuentas de ahorro, un producto comercializado por las entidades financieras que, además de ofrecer disponibilidad total por nuestro dinero, generan intereses, algo que no ocurre con las cuentas corrientes.

Entonces, siendo así las cosas, ¿por qué la mayoría de personas optan por contratar cuentas corrientes si existe una alternativa con la misma liquidez que, además, genera intereses? La respuesta es, simple y llanamente, porque son productos diferentes que tienen fines distintos.

Liquidez absoluta, pero con matices
Si bien es cierto que ambos tipos de cuentas garantizan la disponibilidad absoluta de nuestro dinero, existen ciertos matices que hacen que el uso de este dinero no sea exactamente el mismo.

En primer lugar, porque mientras en las cuentas corrientes la disponibilidad es inmediata, en las cuentas remuneradas suele ser necesario esperar durante uno o dos días para disponer de él. Esto es debido a que, en estas últimas, no es posible efectuar pagos, domiciliar recibos ni realizar reintegros en cajeros automáticos, a diferencia de las cuentas corrientes, en los que sí es posible realizar todas estas operaciones.

Por contra, las cuentas remuneradas están asociadas a una cuenta corriente con la que se transfieren fondos, de manera que el exceso de ahorro que puede tener una persona se rentabilice de alguna forma, en lugar de permanecer ocioso en su cuenta corriente. Es decir, la persona tiene que realizar transferencias entre una cuenta y otra para que el dinero esté siempre allí donde lo desee.

Nuestros excesos de ahorros, mejor en una cuenta remunerada
La ventaja principal de las cuentas remuneradas es su rentabilidad que, aun siendo pequeña, es mayor que la de las cuentas corrientes. Esta característica, unida a su elevada liquidez, hace que las cuentas remuneradas sean un producto idóneo en los que depositar nuestros excesos de ahorro.

Hay que tener en cuenta que las cuentas de ahorro no suelen exigir ni un límite mínimo ni un límite máximo, ni el mantenimiento de un saldo medio determinado en la cuenta. Los ahorros depositados en esta cuenta devengarán intereses; cuantos mayores sean los fondos depositados, mayor será la rentabilidad y, en caso de necesitar disponer de una parte de estos fondos, el resto seguirá generando intereses.

En los últimos tiempos, incluso, están surgiendo algunos productos que combinan las ventajas de ambos productos: una cuenta corriente unida a una cuenta remunerada en la que automáticamente se transfieren los fondos de la cuenta que superen una determinada cantidad establecida por el cliente, de modo que los excesos de ahorro obtengan una determinada rentabilidad.

La Cuenta Inteligente de Evo Banco es un claro paradigma de dos productos en uno, en la que todo el saldo de la cuenta corriente que sea superior a 3.000 euros, se transfiere de manera directa a una cuenta a plazo al 0,50% TAE.

Los depósitos a plazo fijo en un segundo plano
En un entorno de bajos tipos de interés en los que prácticamente no existe diferencia entre una baja rentabilidad y el mantenimiento del dinero en efectivo, los tradicionales depósitos a plazo fijo han dejado paso a otras alternativas que proporcionan mayor liquidez como las cuentas de ahorro.

En muchas entidades, incluso, las cuentas remuneradas han superado en rentabilidad a los depósitos a plazo fijo, en especial durante los primeros meses y para nuevos clientes. En cualquier caso, todos los individuos necesitan una cuenta corriente en la que domiciliar recibos, la nómina y efectuar pagos con tarjeta, entre otras muchas cosas.