El presidente de CDC y de la Generalitat en funciones, Atrur Mas, se dirige a la reunión que ha mantenido el Comité Ejecutivo Nacional de CDC, después de que ayer el Consejo Nacional de la CUP decidiera no dar su apoyo a la investidura de Artur Mas. EFE



La trifulca en el seno de Junts pel Sí es de las que hacen época. Las duras palabras que se dirigen en privado demuestran que la negativa de Mas a irse está destrozando al independentismo.

Amenazas testiculares
Según nos informan fuentes autorizadas, las últimas conversaciones de los miembros de Junts pel Sí han sido de un tono muy subido. Desde que las CUP rechazaron a Artur Mas como candidato, la visceralidad verbal convergente ha sido manifiesta.

Recordemos casos como los del periodista convergente Joan Guirado, que llamó “puta traidora” a la diputada cupaire Anna Gabriel en un tuit o el profesor de la Universidad de Barcelona, y también militante de CDC, Alex de Jaureguizar que ha escrito también en twitter “Los de la CUP son unos hijos de puta, malditos sean ellos y todos sus descendientes”. Artur Mas mismo los ha tratado de no tener sentido de país, de estar partidos por la mitad, de querer revoluciones que nadie seguiría en Cataluña (¿ahora se da cuenta?).

Pero no hablamos de lo que dicen los nacionalistas contra las CUP, estamos hablando de lo que se dicen en privado, cuando ni las cámaras ni los micrófonos pueden recogerlo, a sus socios de JxS.

Hoy mismo, un alto cargo de Mas les habría espetado “A ver quién tiene cojones de echar al president”, en clara alusión a la posibilidad de negociar un candidato alternativo como Oriol Junqueras o Raül Romeva. Otra de las “perlas” sería la que ése mismo alto cargo habría dirigido en tono amenazador a algunos diputados díscolos. “Ojo, que si cae el president, va a salir mierda para parar un carro. Ya me entendéis”.

Según nos cuentan, uno de los aludidos ha amagado contestarle, pero el alto cargo lo ha detenido solo con una frase “¿En tu casa ya conocen lo que te gusta?”. La discusión se ha frenado en seco y no ha ido a mayores, pero es evidente que la caída de Mas se está llevando por delante la poca finezza y el escaso sentido de la deportividad política que quedaba en Cataluña.

No es solamente la gente del president en funciones la que emplea el vocablo grueso. Algunos dirigentes de Esquerra y diputados independientes de JxS tampoco se muerden la lengua.

Maldiciendo en la intimidad
De la misma manera que Aznar hablaba catalán en la intimidad, los dirigentes contrarios a Mas dentro del mundo soberanista le maldicen los huesos en privado. Un muy importante cargo de Esquerra se suele referir a él como “el malnacido”, se llena de rabia al recordar cuando decidieron darle apoyo con la frase “tendríamos que haberlo enviado a hacer puñetas en vez de aguantarlo en el trono” y dice estar del político convergente “hasta los cojones”. Claro está que, en público, se guarda muy mucho de decir una palabra más alta que otra, siguiendo la pauta de hipocresía que ha mandado en la política catalana en los últimos cinco años.

Debido a la doble moral burguesa y a la época de dorada corrupción que se ha padecido en el Principado, mucha gente tenía o tiene algo por lo que callar. Desde líos de alcoba a cuentas secretas, muchos de los cómplices por activa o por pasiva de lo que se ha vivido en éste quinquenio lo han sido por temor a que se revelase su secreto.

De ahí que Mas haya dicho hoy que, si convoca elecciones, empezará a hablar. La frase quizás haya pasado inadvertida a muchos, pero los que conocen los entresijos de la política de ésta tierra saben qué significa: es una amenaza. No en vano el mismo alto cargo de Mas que amenazaba con que no habían cojones para echar a Mas estaba ésta mañana, junto a un periodista afín a Palau, señalando con un dedo a éste o a aquel. “Ese es de la acera de enfrente, aquella tiene un lío con fulanito, el otro es socio de mengano en una sociedad que tiene la sede en Panamá”. Lo decía en voz alta para que los que pasaban cerca lo oyesen. Y temblasen.

Quizá por ésas amenazas desesperadas del que piensa que si cae él, caen todos, un destacadísimo miembro de las CUP ha manifestado hoy a éste periodista “Ese tío – en referencia a Mas – nos ha dado bien dados a los independentistas de verdad”. Pero la prueba de que Mas y sus amenazas tienen aún mucho peso es que el cupaire no ha autorizado a éste periodista a citarlo por su nombre y apellidos.

Este es el final del proceso. Insultos, amenazas, coacciones y miedo. Recuerda al bunker del Führer mientras los cañones rusos atronaban en Berlín y las tropas del mariscal Zhukov se hacían dueñas de la capital de lo que debía ser el Reich de los mil años.