La periodista y escritora Maruja Torres



EL PLURAL.COM - ¿Qué te ha motivado a hacer este libro?

MARUJA TORRES - A mí me emocionó mucho que Manuela saliera. Cuando tenía 24 o 25 años, al empezar la Transición, Manuela estaba por ahí con Jueces para la Democracia, con los sucesos de Atocha… A mí me emocionó que saliera Manuela de alcaldesa y que saliera Ada Colau, que fue el mismo día.

Estuve todo el día delante de la tele. No fui al acto de Ada para poder estar en la tele viendo también el de Manuela. Pensaba, mira, una mujer de tu edad que tiene todavía mucho que dar y me emocionaba ver que los votantes se daban cuenta de eso.

Por eso, a mí, que no me gustan los libros de políticos, pensé que esta mujer era más. Así como me habían propuesto hacer otros libros y por pereza les había dado largas, con este dije: “No me parece una mala idea dos viejas hablando de este país y de sus experiencias y que queden en un libro”.

P- En el libro dices que, en parte, los políticos son como las folclóricas ¿Por qué?

MT- Porque “yo es quiero mucho a mi madre, para mí el único hombre es Paquirrín, yo es que soy virgen”… ¿Entiendes? Tienes que estar un fin de semana con ellas para que se resquebrajen un poco y con los políticos también. Aunque se pasa mucho más a gusto un fin de semana con una folclórica que con un político, claro.

Pero los políticos tienen también un argumentario para la entrevista, no solo para los mítines. Preguntes lo que preguntes te dirán: “Es que nosotros lo que queremos es que la ley de no se qué…. Y así hemos luchado siempre para conseguir…”  y tú dices: “Ya, pero yo le he preguntado que si cuando usted llega a su casa pone música y si duerme tranquilo después de lo que ha hecho”. Entonces te tienes que ir porque te van matando, te vas haciendo vieja y ellos siguen hasta el punto de que cuando pierden ¡no mejoran!, porque se han secado por dentro.

Me los imagino ensayando los discursos, pomposos, con esos trajes que son como armarios y como una coraza. Todo está perfectamente delimitado. Incluso cuando se ponen en mangas de camisa es otro uniforme de ken. Me estoy acordando de Pedro Sánchez y su naturalidad con Bertín, era una naturalidad de argumentario.

Todo es imagen pero hay quien se equivoca con ella como Rajoy, porque yo no sé qué es peor sí que sea comunicativo o no. Yo casi prefiero que se vaya con el paraguas como Mary Poppins. Eso sería ideal.

P - ¿Qué has visto en Carmena que no hayas visto en el resto de los políticos?

MT- Su naturalidad, que no es política. Ella es gestora, tiene soluciones y quiere pensarlas y se debate en un mundo en el que todo es muy duro, un mundo de política, política y política y reuniones, reuniones y reuniones.






Todo es imagen pero hay quien se equivoca con ella como Rajoy. Casi prefiero que se vaya con el paraguas como Mary Poppins.







P - Me gustaría que me hicieras un pequeño análisis sobre el panorama político actual, las nuevas formaciones y la participación ciudadana.

MT – Creo que estamos en recesión de entusiasmo en general, que el aumento de Ciudadanos a mí personalmente me desanima. Me desanima que pueda pasar por centro algo que claramente es neoliberal, porque parece un chico muy calmado y se creen que es Adolfo Suárez. Que nos lo vendan como tal y se postule… creo que desanima mucho porque no es más que una prolongación de la derecha con sangre nueva.

Si fuera una derecha civilizada a mí no me importaría. Prefiero que gane una derecha civilizada a una izquierda que se divida. Prefiero que sean fuertes todos pero, como somos España, tenemos la misma derecha con más juventud. Creo que la izquierda debería unirse y para mí Pedro Sánchez es una incógnita, creo que está prefabricado y no me traspasa.

Yo voy a votar Podemos porque creo que tienen derecho incluso a sus errores porque son nuevos, pero que aprendan. Se aprende haciendo y, por favor, que sepan que lo que tienen entre las manos es importante. Tenemos que tener un espacio. No podemos tener siempre el mismo espacio: el de Izquierda Unida, el de izquierda dilatada, izquierda vaginal o prostatal… hay que ir más allá pero no renunciando a cosas.

P - Y con vistas a las próximas elecciones del 20 de diciembre… ¿te atreves a darme un pronóstico?

MT - ¿Otras? Es que en Cataluña tenemos más ¿sabes?

P - ¿Qué crees que va a pasar el 20-D?

MT - Soy pesimista. Creo que la sociedad también ha retrocedido, no es la clase política. La clase política la producimos nosotros. Las tonterías que dicen las televisiones nos las creemos nosotros y se siguen manteniendo porque mantenemos esos programas ¿no?

Que Rajoy dándole una colleja a su hijo sea noticia y nos la pasen una y otra vez. Aunque se nota que se contiene un poco, debe ser de esos de “con sangre la letra entra”.

Creo que Rajoy sale de nuevo como presidente, pero no habrá nunca más una mayoría absoluta. Si hay de nuevo mayoría absoluta yo me traslado a Bangkok y a comer rollitos de primavera.

Maruja Torres y Manuela Carmena en la portada del libro 'Manuela Carmena en el diván de Maruja Torres' (Planeta)



P - Volvamos a la figura de Carmena. En el libro hacéis un repaso por toda su vida, tratando los puntos que la gente ya conoce como los atentados de Atocha o su carrera jurídica, pero también se tratan otros más personales, como el sexo o la familia.

MT – Es que me gusta mucho la historia sobre su familia. Era una niña conservadora, temerosa de Dios, preocupada porque su familia no era creyente. Luego ella evoluciona.

Hablamos también de sexo porque hablamos como dos mujeres. También hablamos de ropa y de cómo, cuando llega la crisis, se atan el cinturón y se va a casa de su hija a ver si le sobran cosas.

P- ¿Qué es lo que más te ha sorprendido de ella o lo que has descubierto y no pensabas que lo ibas a hacer?

MT – Su optimismo, pero no es el optimismo de la voluntad, ella no lo necesita porque tiene el de la razón. Yo me imagino que es que hay que ser así porque si no, no haría esto. Sabe que está mejorando algo y que va a hacer lo posible por ello. Me sorprende lo impaciente que se pone cuando ve que tú no eres optimista. “¿Y por qué no, por qué no se va a poder hacer?”

P - ¿Cómo has vivido la polémica que ha surgido en torno al libro, o más concretamente en torno a algunas de sus declaraciones?

MT - La polémica se creó antes de que saliera el libro. Se tragaron el dossier de prensa y sin consultar ni a Dios ni a su madre empezaron. Por eso les llamé gacetilleros porque se basaron en leer las gacetas y creérselas.

Lo viví sufriendo por ella porque yo, desde que nació Jiménez Losantos se está metiendo conmigo. Creo que todavía vive. Estoy acostumbrada. Yo vengo de una época en la que el columnista Jaime Campmany también me atacaba mucho, y a los progres también. Estas cosas que dice tanto Marhuenda, pues este tío dejaba una pistola en el cajón y había sido de la Falange. Es decir, que vengo de tiempos duros y me resbalan las críticas. Tengo en honra y honor no gustarle a esa gente.

Pero en Manuela hay un cierto interés en gustarle a todo el mundo. Ella quiere seducir a todo el mundo y como cree en la reinserción y es conciliadora, le hubiera gustado que la llamaran antes de ponerla a parir. (…) Son miserables, coño, porque tendrían que haberse leído el libro.




Prefiero que gane una derecha civilizada a una izquierda que se divida. Prefiero que sean fuertes todos, pero somos España.






P- Cuando decías gacetilleros y ahora dices miserables ¿Podrás decirme a qué medios te refieres, ponerles nombres y apellidos?

MT – No porque no tendría tiempo suficiente en esta mañana para nombrártelos.

P- Pero ¿Te ha dolido especialmente que ‘El País’ que fue tu casa entrara en la polémica?

MT – No, no me ha dolido, pero si he pensado: “Joder, como se os ve el plumero”. Y, sobre todo, que no esté firmado. Yo conozco los métodos y sé que cuando se quería hacer daño a alguien no se firmaba. Como se nota que aquello no es lo que era porque, cuando los diarios amarillistas, como ‘El Mundo’ con Pedro J., tergiversaban algo, ‘El País’ salía con la información tal cual, ortodoxa. Ahora se ha unido y con matrícula. Desde que despidieron a Miguel Ángel Aguilar se ha visto claro.

P - ¿Qué está pasando en El País? ¿cómo lo definirías?

MT – Es una adaptación a los tiempos mercantiles. Está por una parte el peso de las deudas y por el otro, el ascenso de la mediocridad.

Esta mañana me han preguntado si Carmena va a mantener las calles del Franquismo y digo: “Mirar, mejor que las dejen porque como el país va para atrás, vamos a acabar teniendo la realidad y las calles adecuadas”. Es como en los periódicos, cuando echan a los periodistas y el más tonto se queda, acabará siendo director. Esto lo he dicho mirando a Marhuenda.

P - Crees que el periodismo está demasiado ligado a los partidos?

MT – Si el problema es que hay demasiados medios ligados al PP y los otros actúan en legítima defensa, supongo. El resumen de todo esto es que se perjudica a la información.

Creo que los medios tienen derecho a tener su línea ideológica, pueden tener tanta ideología como quieran pero, por encima de todo, tienen que dar la información. Que pongan artículos, columnas y lo que quieran con su línea pero que no toquen la información. En la duda, pensad a quien me debo. No a la empresa, ni al partido político. A la realidad y al lector.






Vengo de tiempos duros y me resbalan las críticas. Tengo en honra y honor no gustarle a esa gente./em>







P - ¿Tu eres muy activa en Twitter?

MT – Si, porque se puede hacer tumbada en la cama.

P - ¿Crees qué se está convirtiendo en una herramienta que ocupa el espacio que no ocupan los medios?

MT – Existe ese problema, que la gente empiece a informarse en 140 caracteres. Porque también hay poca gente dedicada a leer. Pero creo que es un instrumento genial, otra cosa es que creas que es el patio de colegio en el que tienes que discutirlo todo e insultar.

Al final, no es que Twitter se convierta en periodismo, es que el periodismo se convierte en Twitter y sin ninguna necesidad simplifica, contrae y deforma la información. Mucha gente no cree en los medios y busca en Twitter.

P - Un proyecto de futuro ¿Otro libro sobre un político?

MT – Para nada, nunca. Esta mujer no es política, es humana. Quiero alejarme un mes o así. Me iré a Bangkok y a ver a mis amigos por el mundo (…) Hace muchos años me ofrecieron un libro de conversaciones con Sánchez Dragó. 200.000 pesetas que me vinieron de muerte. Él cobraba dos millones. Cuando regreso a Madrid me meto en un taxi y olvido todo: las cintas, las notas… y las pierdo tan a gusto. Hice un cheque y devolví el dinero.