Al final Pablo Casado, el ‘delfín’ de Mariano Rajoy, se decantó no por su provincia natal, Palencia, sino por Ávila, donde tiene la vivienda de fin de semana. O mejor dicho, de algunos fines de semana. Su cercanía al ‘poder’ del PP le permitió elegir. Pero es que además, para completar la lista de ‘elegibles’ por esa provincia, Rajoy ha ejercido también su dedo, y ha impuesto como número dos a otro hombre de su confianza, un ‘medio cunero’, el diplomático José Ramón García-Hernández, nacido allí, pero totalmente ajeno al PP de Ávila, donde es visto como un ‘extraño´.
 

Mariano Rajoy saluda al vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado..., uno de 'los suyos'

 



Dos puestos para dos cuneros
Les contábamos hace exactamente un mes que Pablo Casado estaba buscándose a codazos un hueco entre Palencia y Ávila. Como él, también en las jornadas siguientes, vieron aparecer por Ávila sondeando la posibilidad de aterrizar como ‘paracaidista’ al ministro de Educación y Cultura, Íñigo Méndez de Vigo. Visitas que no dejaron de despertar cierta sorna… Y es que el barón de Claret nació… en Tetúan, lo que hacía muy evidente que estaba jugándose a los dados con Casado el escaño.

En el tablero Casado se ha quedado con Ávila, mientras Méndez de Vigo se ha ido a Palencia, provincia en la que hasta ahora no constaba ni que hubiera estado de paso. También, por cierto, con estupor vieron por Castilla y León pasar a otro ministro, el de Justicia, Rafael Catalá, aunque en este caso, el ‘viento’ ha llevado su paracaídas a caer al final en Cuenca.

"Extraño al distrito y patrocinado por el Gobierno"
Pero como decíamos, el ‘cunerismo’ (cunero, según la RAE, es alguien “extraño al distrito y patrocinado por el Gobierno”) se ha completado en Ávila con el desembarco del diplomático García-Hernández, hasta ahora secretario ejecutivo de Relaciones Internacionales del PP, y ‘hombre de Rajoy’.

El doble desembarco, que concede a Ávila el dudoso honor de contar con listas doblemente cuneras, ha agravado aún más la guerra civil que se vive en el PP provincial. Un partido dividido entre dos ‘familias’: la oficial, liderada por Antolín Sanz, aún secretario general del partido y senador, y la de Sebastián González, un peso pesado histórico del PP nacional, en el que llegó a ser hasta coordinador de organización como mano derecha de Ángel Acebes.

Tuertos y ciegos
Ambas facciones ahora calladas ante la humillación de que no haya un candidato ‘local’ en ninguno de los dos primeros puesto de la lista, los únicos que ofrecen posibilidad real de escaño. Y calladas no sólo porque es Rajoy quien ha puesto su dedo en la provincia, sino también por la triste satisfacción que les produce el hecho de que ninguno de los dos ha salido tuerto de la pelea, sino ambos ciegos.