“Todo lo sólido se desvanece en el aire” decía Marx. Hoy muchas de las aparentes certezas inamovibles sobre las que se construyó el “régimen” político y económico español de la transición están en el aire. Y como quien no se atreve a mirar su reflejo para asumir el inevitable paso del tiempo, los guardianes de los muros constitucionales solo proponen pequeños arreglos o reformas “exprés” para evitar satisfacer las demandas de la ciudadanía y únicamente complacer las demandas de los llamados “mercados”.

El “shock austericida” y la marea negra de la corrupción han ejercido de detonadores de los consensos sociales sobre los que pivotaba, hasta ahora, la legitimidad del régimen post-Transición, hasta tal punto de que se está hablando de la posibilidad de un “tangentopolis” en el Estado español.




Lo que ha hecho aguas, en todo caso, es una forma de hacer y de estar en política






El nacimiento del 15M entre otras cuestiones, supuso una impugnación radical del sistema bipartidista heredado de la transición -que en cierta manera recordaba a la restauración de Cánovas del Castillo- así como una deslegitimación de la Casta, entendiendo la palabra como una representación sencilla y directa de los responsables económicos y políticos del saqueo y de la fusión entre los poderes públicos y privados, que nos remite a aquel lema que inició el 15M que rezaba: “no somos mercancía en manos de políticos y banqueros”.

La crisis de los partidos, sin embargo, es la crisis de sus aparatos y de su ausencia de proyecto social y democrático. No hay, por tanto, una desafección política entre la ciudadanía. Así lo muestra el alto nivel de movilización social que atraviesa el país desde hace años. Lo que ha hecho aguas, en todo caso, es una forma de hacer y de estar en política. En este sentido, se ha producido la emergencia de una nueva forma de hacer y entender la política, caracterizada por la reclamación de un mayor protagonismo popular, de una redefinición de las prácticas militantes animadas por una nueva exigencia democrática y cultural en relación a las transformaciones sociales.

Podríamos decir, en este sentido, que nos encontramos ante algo más que un mero cambio de ciclo político. La irrupción de Podemos, y en cierta medida el auge de Ciudadanos, es el síntoma más acabado del distanciamiento simbólico-cultural de la gente respecto de las élites. Un distanciamiento que apunta a un cierto divorcio de legitimidades entre el Régimen y el pueblo. Un síntoma que ya evidenció la enorme potencia del 15-M y que en el plano institucional puede inaugurar lo que algunos han venido a llamar la “nueva política”.






Podemos, y en cierta medida Ciudadanos, es el síntoma más acabado del distanciamiento de la gente respecto de las élites







La participación política se ha constituido como un elemento fundamental, ya sea mediante la elección directa de las listas electorales, la participación en los programas, o la elección de sus cargos internos. De esta forma, las herramientas telemáticas han favorecido ciertos modelos de participación y de elección directa, que en el caso de Podemos, desfigura uno de los elementos clásicos de la participación partidaria: el dentro-fuera, apelando en cierta manera a una democracia liquida por el momento imperfecta. Así mismo, la transparencia, ante la opacidad de las cuentas B o de la vida interna de los partidos tradicionales, se ha convertido en un elemento clave de definición de una nueva forma de hacer las cosas, de volver a ganar una cierta legitimidad perdida por los partidos en estos años de escándalos.

Por este motivo, la financiación ha adquirido una importancia no solo como un elemento organizativo, sino fundamentalmente político, tanto por la transparencia en ingresos y gastos como por las fuentes de financiación. Podemos ha sido el primer partido no solo en tener un portal de transparencia de sus finanzas y cargos públicos, sino también de no depender de los prestamos bancarios para su financiación, aceptando sólo las aportaciones voluntarias (no tiene cuotas) y subvenciones publicas derivadas de su actividad y representación institucional.






Las redes sociales han abierto canales multidireccionales con millones de personas







Además, habría que señalar el impacto de la emergencia de nuevos instrumentos de comunicación que quebrantan el monopolio de la información, del cual se nutrían los principales aparatos. Las redes sociales han alcanzado una gran importancia como canal de comunicación directo y colaborativo, un espacio gratuito y amplio que abre canales multidireccionales con millones de personas.

La crisis de las forma-partido puede significar una brecha, una ventana de oportunidad que sirva no sólo para detener la sangría de pérdida de derechos a la que asistimos, sino para aprovechar un momento histórico-político que garantice nuevos derechos e invente nuevas formas de democracia a través del impulso de nuevas expresiones políticas.

Miguel Urban es cofundador de Podemos y eurodiputado de esta formación