La apertura del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo está a la vuelta de la esquina, puesto que si bien abrió sus puertas hace un mes, el traslado desde los otros centros de la ciudad -Xeral y Meixoeiro- se completará esta semana, según las previsiones. Desde que se inició la construcción no han cesado las quejas de las plataformas pro Sanidad Pública, unas protestas que se han intensificado en las últimas semanas por parte de trabajadores y usuarios.


Los únicos que lo observan como un paraíso de modernidad son los responsables autonómicos y, en especial, el gerente del área sanitaria, Félix Rubial, que no ha dejado de resaltar las 'virtudes' de las nuevas instalaciones.

A los empleados del SERGAS (Servicio Galego de Saúde) no les convence y así se lo hicieron saber al propio Rubial. Le pidieron su dimisión ¿Motivos? Los fallos que se repiten y multiplican en el complejo hospitalario. Lo último es la presencia de roedores y aguas residuales, unos episodios que podrían haber provocado la suspensión de traslados el pasado fin de semana.

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Modelo mixto
En el modelo elegido por la Xunta para el centro está la génesis de las protestas, y ello a pesar del un cartel que informa de que es el “Nuevo hospital PÚBLICO de Vigo”. Como sucedió en Madrid con el plan pergeñado por la entonces presidenta Esperanza Aguirre, del Álvaro Cunqueiro se encargará la constructora que lo ha edificado. Gestionará la parte no sanitaria. A cambio, la Xunta abonará un canon anual (durante 20 años) de 68 millones de euros, cantidad que se actualiza cada ejercicio (en total más de ¡1.500 millones de euros!).

Es un sistema público-privado con otro disfraz pero similar al de Aguirre. En Madrid, muchos se percataron de que el modelo era un paso previo a la privatización. La entonces presidenta lo negó. Su sustituto, Ignacio González, decidió sacarse la careta. Frente a él la fuerza de la Marea Blanca, un fenómeno social de ciudadanos y profesionales cuyas acciones frenaron el entierro de la Sanidad Pública en Madrid.

¿Privatización?
Vigo puede convertirse en el ejemplo para el resto de Galicia. Núñez Feijóo,que presume del hospital “más moderno de España”, ya recurrió a una especie de ingeniería político-administrativa para darle carta de naturaleza. Sin embargo, de aquellas fotos triunfantes con casco protector, de las visitas a las obras de asociaciones vecinales se ha pasado al rechazo. Todo a unos meses de las generales y a un año para los comicios gallegos. Lo ideal para el presidente de la Xunta sería una transición sanitaria tranquila -es además uno de los nombres que pesan sobre Rajoy-. La realidad no se lo permite.

WhatsApp y redes sociales
Los encargados de recordarle cada día que las cosas no funcionan son los propios empleados del SERGAS, tal vez el servicio público de salud que más recortes ha padecido del país, siendo la técnica de austeridad sanitaria más utilizada la de las contrataciones de personal por días y horas.

Además de precariedad laboral, esto conlleva que muy pocos trabajadores se atrevan a hablar en público de lo que sucede con el nuevo hospital. No obstante, como en otros aspectos de la vida, una de las armas más efectivas en la actualidad están a su disposición como altavoces del personal sanitario y, su vez, como azote de la administración regional.

Precisamente, hace unos días, una enfermera de Cardiología difundió entre sus compañeros su primer día de guardia en el Álvaro Cunqueiro. Esta trabajadora advierte de que “las informaciones en prensa se quedan cortas” para, a continuación, describir algunas de las situaciones a las que tuvo que hacer frente.

Solo tres cuñas
Entre otras cuestiones, denuncia que solo hay “tres cuñas para todos los pacientes” de su unidad. “No dispusimos de electrocardiógrafo” y por no tener, asegura, “no ha habido ni carros para que las auxiliares monten la ropa de camas”.

En el escrito indica que no dispusieron durante la guardia de “nitroglicerina o bombas para poder suministrarla”, fundamentales para casos de infarto. A modo de conclusión agradece la unión y el respaldo que se dan unos trabajadores a otros, llegando a hablar de “caerse las lágrimas” en algunas de las situaciones vividas.

Ahora el personal sanitario espera que la ciudadanía se sume masivamente a la manifestación que tendrá lugar este jueves en la ciudad olívica.