Insultos, trato vejatorio, comentarios machistas. Todo esto tuvieron que soportar la cabo Gloria y las soldado Inmaculada y Vanesa en el Ejército del Aire, donde fueron pioneras. La más joven de ellas, Vanessa, intentó suicidarse una noche en el cuartel tomando tabletas de orfidal. Todo ocurrió cuando Federico Trillo estaba al frente del Ministerio de Defensa, que, según respondió a la denuncia de la madre de una de las afectadas, no había detectado “ninguna situación anómala”.

Las inhabilitaron alegando locura
Los casos de estas militares, contado en el último número de Interviú, se hace público ahora, cinco años después, y tras conocerse la historia de la comandante Zaida, que sufrió acoso sexual por parte de un mando superior.

A Gloria, Inmaculada y Vanesa, que habían sido pioneras en el Ejército del Aire las inhabilitaron alegando que estaban locas, a pesar del mobbing que sufrieron y que el Ejército ocultó.

Defensa negó anomalías
La madre de la cabo Gloria había escrito una carta al ministro de Defensa, Federico Trillo, denunciando la situación de su hija y de sus compañeras. El Ministerio de Defensa respondió así a sus quejas: "En relación a la situación de su hija, pongo en su conocimiento que, una vez recabados los oportunos informes, no se ha detectado ninguna situación anómala”.

Los expertos diagnosticaron a las mujeres “ansiedad generalizada por estrés postraumático”, que se reflejaba, entre otras cosas, por falta de aire.

Sí se había detectado hostigamiento
La carta enviada a la madre por el Ministerio de Defensa estaba firmada por el general Rosety Fernández de Castro, subdirector de Tropa y Marinería del Ejército del Aire, quien afirmaba en su misiva que no tenía constancia de queja alguna.

Pero no era así, el Centro Regional de Psicología del Mando Aéreo del Estrecho, perteneciente al Ejército del Aire, recogió que en el destino de las mujeres, el aeropuerto San Pablo de Sevilla, cinco soldados se habían dado de baja psicológica en un año, Gloria, Inmaculada y Vanessa, además de otros dos militares hombres.

Se describía un cuadro de “hostigamiento psicológico” ocasionado por el subteniente Molina, y un ambiente misógino permitido y potenciado por ese mando militar.

Amenazas y sabotajes contra el psicólogo
Se incluían testimonios de otros militares que reconocían que “hay gente a las que se las putea física y psicológicamente”. También se incluyen comentarios machistas, en los que se muestra “incomodidad” por trabajar con mujeres y se les acusa de “quejarse mucho”.Uno reconoce abiertamente: “Yo soy uno de los que no le gusta que las mujeres hayan entrado en el Ejército”.

El psicólogo que detectó el “hostigamiento psicológico” recibió en su consulta amenazas y sabotajes.

Cuatro médicos respaldaron la postura del Ejército
A pesar de que el médico consideró que Gloria e Inmaculada podían continuar en el Ejército, el Cuerpo recurrió a cuatro médicos militares para atestiguar que no estaban capacitadas para seguir. Hablaron de “remota e incierta reversibilidad” y declararon “incapacidad total y permanente” para continuar en el Cuerpo, del que las expulsaron.

Una junta médica dio a las mujeres la razón, dos años después
Ellas recurrieron y dos años después la Junta Médico Pericial Psiquiátrica del Hospital Militar Gómez Ulla las declaró aptas. Cansada, Inma desistió de reincorporarse, mientras que Gloria sí lo intentó, pero ella estaba establecida en Sevilla y el Ejército la destinó a 600 kilómetros de allí.