Advertimos a nuestros lectores que la lectura de esta crónica puede indignar seriamente a su ya de por si encrespado intelecto o estado de ánimo, y es que ni Roman Polanski hubiera confeccionado un guión tan tétrico y lúgubre para describir la convivencia en una residencia de ancianos, que para cinco de sus empleadas, que han denunciado ante el Ministerio de Trabajo la situación en la que trabajan y viven los actuales 72 residentes, es lo más parecido a la “residencia de los horrores”. Tal vez la denuncia sería una más en este abandonado sector de las muchas que a diario recogen los medios de comunicación, pero en este caso adquiere aún más dramatismo si cabe, ya que la residencia en cuestión, “Virgen de la Antigua”, de la localidad toledana de Mora, fue construida con capital público y concedida hace tres meses por el Gobierno de María Dolores Cospedal a José Luis Ulibarri, imputado en la trama Gürtel, lo que supone un negocio de 34 millones de euros para Aralia, marca con la que el empresario leonés explota una veintena de centros geriátricos, principalmente en Castilla y León, como así recogía ELPLURAL.COM el pasado 3 de abril.



Cinco auxiliares para 72 residentes
Denuncias a las que ha tenido acceso este periódico y que en el relato de los hechos se recogen, entre otras dantescas “situaciones vergonzosas”, la obligación de “sacar adelante a 70 (ya 72) residentes entre cinco auxiliares, siendo el 90 por ciento de ellos dependientes”, dice la denunciante, al mismo tiempo que destaca la “falta de pañales, ropa de cama y aseo”, añade, “nos obligan a hacer las camas con las sábanas húmedas, recién salidas de la lavandería”. A esto, siempre según esta trabajadora, que como no puede ser de otra forma nos pide guardar su anonimato, pero que en la denuncia presentada ante Trabajo describe con precisión la caótica situación, se suma el “trato vejatorio” de la joven directora del centro, Lidia García, que “nos amenaza con echarnos a la puta calle”, porque, según esta triste imitadora de la “señorita Rottenmeier”, las de “Mora no valen para nada”.



“Sois un número para la empresa”
Cómo sería la actitud de esta aprendiz de  “Rottenmeier” que las denunciantes pidieron el amparo del alcalde de Mora, el “popular” Emilio Bravo, para que hablará con la empresa y trasladarán a esta mujer a otro centro. “Nos repetía constantemente que éramos un número para la empresa”. Y no iba mal encaminada, ya que en las denuncias se pone de manifiesto que por la noche “solo se queda de guardia una auxiliar y una enfermera para los 72 residentes”, y muchos de ellos “lloran y piden volver a las residencias donde antes residían”, añade.



Bolsas de basura para protegerse de contagios
Suma y sigue. Otra de las trabajadoras, que se han atrevido también a dirigirse a la Inspección de Trabajo, recuerda que “tuvimos a un residente con riesgo de contagio y no teníamos batas y tuvimos que utilizar bolsas de basuras para protegernos”. El anciano en cuestión falleció a causa de una grave enfermedad, manifestada “con heridas cubiertas de bichos, lo que no impedía que compartiera habitación con su mujer, cuando en cualquier otro centro se le hubiera aislado”, nos dice una compañera. Y es que, según la cuarta denunciante, “nos obligan a hacer mala praxis poniendo en riesgo la vida de los residentes y de los trabajadores”.



“Nos obligaron a posar en la foto”
No es una denuncia, ni dos, ni tres, son cinco las formuladas por las empleadas de este centro geriátrico inaugurado a bombo y platillo por la presidenta castellano-manchega, María Dolores Cospedal, quien destacó que la residencia "Virgen de la Antigua" cuenta con programas específicos para ayudar a prevenir la dependencia, "algo que es muy importante para los usuarios y para sus familias", resaltó Cospedal. Menos mal, porque si no estaríamos asistiendo a un drama sin parangón, como tampoco es comparable la foto de familia que la también secretaria general del PP se hizo en ese glorioso día inaugural. “Nos obligaron a ir al centro a hacernos la foto, y luego los que no trabajábamos en ese momento (la mayoría) nos fuimos a nuestras casas”, concluye una de las auxiliares que en su denuncia dice no “aguantar más esta situación”.