Dos pictogramas sobre personas con movilidad reducida.



El primero es el pictograma clásico, el que vemos en cualquier lugar en nuestra vida cotidiana. El segundo es el creado por Oyer Corazón, uno de los mejores diseñadores españoles. Y, sin duda, en el último vemos a una persona activa, capaz de valerse por sí misma.

Este es un ejemplo de cómo el marketing tradicional está siendo revisado por un grupo –cada vez más numeroso- de profesionales que consideran que la forma de presentar la realidad por la publicidad y la comunicación de las empresas en general debe cambiar y ser utilizada para cambiar el mundo: el Change Marketing.

Algunos lo dicen de forma abierta. La agencia Quiero salvar el mundo haciendo marketing lo deja bien claro desde el nombre [pincha aquí para ver la entrevista que hicimos recientemente a Sandra Pina, socia de la firma].

Los principales adalides de esta corriente han explicado sus teorías en un libro titulado “Change Marketers: la empresa como agente de cambio”, en el que se recogen también las principales experiencias llevadas a cabo por las compañías pioneras en este concepto de comunicación y forma de hacer las cosas.

Change Marketers: la empresa como agente de cambio, el libro coordinado por José Carlos León.



El coordinador del libro es José Carlos León, pionero del Change Marketing y profesor en diferentes escuelas de Marketing, quien asegura que se trata de una estrategia que genera beneficios para las empresas: “Una marca decide no retocar las fotos de sus modelos y sus ventas se incrementan”. Por eso, asegura que, a la larga, es más beneficioso para una compañía tener una estrategia que sirva para mejorar el mundo. “Creo en la publicidad y la comunicación como medio de construcción masiva”, afirma.

León reconoce que no siempre es fácil y pone el ejemplo de las marcas que fabrican en países en los que el coste salarial es menor. “No puedes cambiar de golpe todo el sistema económico de una nación. No puedes llegar y, si el salario medio es de dos dólares, pagar cinco dólares, porque desestabilizas la economía. Tiene que ser un proceso gradual, como cuando en España se instalaban empresas porque los salarios eran más bajos y, poco a poco, nos igualamos con el resto de países europeos”.

También los consumidores tenemos un papel importante que cumplir. “Tú no puedes votar en Bangladesh. Pero puedes elegir si compras la ropa que se fabrica en un país en el que las condiciones laborales son justas”.

Aunque, desde luego, hace falta tener paciencia. “No se puede cambiar el mundo de un día para otro, ni una empresa. Esto es una carrera de fondo. Pero globalmente se puede hacer mucho y no tiene un coste mayor”.