Este jueves se presentará en público El Fango, libro en el que el exjuez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón realiza un recorrido por los principales casos de corrupción en España. Con la intención “de ser un necesario recordatorio”, la obra editada por Debate trata de poner al lector frente a la cruel realidad de “cómo la corrupción que crece, se acepta y se consolida en el franquismo, termina por afianzarse en nuestro país tras una transición demasiado benévola y una democracia tan permisiva como favorable con quienes sistemáticamente han traicionado la confianza del pueblo con mil trampas y aprovechamientos”.

La clave
Según Baltasar Garzón, la clave de la corrupción en España era, y sigue siendo, “contar con importantes dirigentes políticos, ex presidentes, etc., en puestos de representación institucional para hacer lobby a cambio de comisiones escandalosas; jueces complacientes para obtener una posición de poder, o una situación económica o profesional inalcanzable por sus propios méritos; empresarios para los que el pago de la mordida, la coima o el soborno es algo tan natural como solicitar financiación para las inversiones; profesionales que se venden a cualquier precio y a cualquiera, degradando la seguridad o la justicia a un limite insoportable; miembros de cuerpos y fuerzas de seguridad que incumplen su función por imposición del poder político de turno, etc”.

Los protagonistas
Así, en El Fango Garzón denuncia que “los propios protagonistas defienden indefectiblemente la necesidad de combatir la corrupción, con la misma tranquilidad con que, simultáneamente, se delinque o se extorsiona, se aceptan pagos en B o en paraísos fiscales, se venden armas a países con embargos que lo impiden, o se impulsan evasiones masivas de impuestos”.

Dos posturas frente a la corrupción
Según el juez, frente a este panorama aparentemente catastrofista, “pero absolutamente real”, caben dos posturas: “la del conformismo y el derrotismo y, por ende, la inercia de que no se puede combatir el fenómeno, o bien la de la acción, que busca investigar esta realidad y desarrollar mecanismos para combatirla eficazmente”.

“Un modus vivendi”
Una corrupción que si bien Garzón se niega a calificarla como “endémica”, sí que la considera “un modus vivendi de muchos cargos públicos de España”. En su libro, al que ha tenido acceso en exclusiva ELPLURAL.COM antes de su publicación, el exjuez de la Audiencia Nacional repasa episodios como  el caso Juan Guerra, “que usaba irregularmente un despacho oficial para sus propias triquiñuelas en dependencias de la Delegación de Gobierno de la Junta de Andalucía, con anuencia o desconocimiento llamativo de su hermano, que en ese momento era vicepresidente del Gobierno”; el caso de Banca Catalana, “con la elusión de responsabilidades por presiones políticas de Jordi Pujol y la persecución a los fiscales Mena y Jiménez Villarejo”; los casos Filesa, Malesa y Time-Export, “con las presiones al más alto nivel gubernamental y la aniquilación del juez instructor, Marino Barbero”; el caso Naseiro, “con la anulación del mismo y la persecución del juez Manglano”;  o actitudes como la de José María Aznar, que, “para eludir los casos del Partido Popular, atacaba los del PSOE”.

España frente a la corrupción
Frente a tantos casos de corrupción, Garzón lamenta que en España “nunca haya habido voluntad de profundizar en las causas de la corrupción” y que ésta se ha aceptado “como algo normal e incluso como algo inherente al puesto o cargo que se adquiría en propiedad”.

“El carácter pícaro de los españoles”
“En España nunca ha dado miedo ser corrupto; en realidad, como se la daba por existente, la corrupción no ha sido algo que haya preocupado excesivamente a la ciudadanía. Desafortunadamente, durante mucho tiempo la sociedad incluso se divertía con las noticias de un Roldán en calzoncillos al que se criticaba no tanto por ser un corrupto, sino por su aspecto poco sofisticado frente a un gentleman tipo Mario Conde, y que, además, era lo suficientemente torpe como para que le pillaran. O recordemos a Jesús Gil, reelegido una y otra vez alcalde de Marbella a pesar de los escándalos, sus archiconocidas artimañas y corruptelas, tradiciones que acabaron impregnando el ADN de ese ayuntamiento. El carácter pícaro y tramposo de los españoles se veía reflejado en estos casos”, sostiene el juez.

Periodistas a sueldo
Es en este contexto en el que Garzón se pregunta “¿qué ha ocurrido con esos periodistas que estaban a sueldo del Ministerio del Interior?”. Lo hace tras recordar que Antonio Asunción, ministro del Interior con Felipe González, le dijo en una ocasión: “Baltasar, si alguna vez leyeras la lista de los periodistas que cobraban de fondos reservados te sorprenderías”.

La profesión periodística
“No sé por qué nunca la hizo pública, al menos para saber quién mentía y se reía (¿o se ríe?) de nosotros pontificando desde una tribuna y denostando a la profesión periodística que se esfuerza por hacer gala de una independencia cada vez más difícil frente a los intereses económicos de las corporaciones que controlan los medios de comunicación”, reflexiona el juez.