Salvo alguna excepción irrelevante, son los mismos de siempre, los que llevan en la política madrileña lustros. Pero Esperanza Aguirre, después de lo que le ha pasado con sus 'ojos derechos' López Viejo (pillado de lleno en la trama Gürtel), y Granados (encarcelado por su papel en la operación Púnica), ha decidido montar lo que ha venido en llamar "examen de transparencia", para que sus candidatos 'comparezcan' públicamente.

El 'teatrillo' de Esperanza
El 'examen', para que no falte nada en la puesta en escena, estudiada hasta hacerla ridícula, los candidatos lo pasan ante el Comité Electoral Regional formado por el exalcalde José María Álvarez del Manzano, Luis Eduardo Cortés, expresidente del partido en Madrid y Cándida O´Shea, exdiputada regional.

Esperanza Aguirre ha puesto el examen a los demás, a ella no le hace falta. Foto EFE



Para empezar a resaltar lo paradójico de toda esta operación de 'chapa y pintura', lo primero que hay que resaltar es que la propia Aguirre se haya autoexcluido de someterse a la prueba con la peregrina justificación, por boca de su portavoz de campaña, de que "ya está elegida" y "lo que hay que saber de ella ya es público".

Todo el paripé en sí es digno de la palabra 'teatrillo' con la que se ha calificado en algunos medios. Los primeros en comparecer, la responsable de la campaña de Aguirre, Inmaculada Sanz, Fernando Martínez Vidal, del Comité regional, y la concejal Almudena Maíllo, negaron, por supuesto, tener cuentas en Suiza o ser unos corruptos.., ni tener previsto serlo, ya puestos.

Lo mismo que van a negarlo los siguientes candidatos, claro. Aunque como, por si un aquel luego le reclaman, a Inmaculada Sanz, la responsable de campaña de Aguirre, se le escapó decir que "es muy difícil garantizar que no vaya a haber corruptos".

¿Y vosotros de quién sois?
Pero más allá de no reconocerse como delincuentes ¿para qué va a valer este examen? Por ejemplo, ¿reconocerán los candidatos sus filias políticas sin ir más lejos? Porque si es así, uno de los 'examinados' este martes, Fernando Martínez Vidal (que también fue jefe de protocolo de Aguirre), y uno de los que lo son este martes, y que nada menos que es el jefe de esta campaña del PP madrileño, Iñigo Henríquez de Luna, podrían explicar qué urgencia sintieron el 29 de junio de 2009 para ausentarse del pleno del ayuntamiento de Madrid cuando, como manda la Ley de Memoria Histórica, se debatió durante casi media hora la retirada de los honores que se habían dado a Franco por la ciudad como alcalde honorario, hijo adoptivo y destinatario de las medallas de oro y honor.

"He salido del baño y me he encontrado con Fernando -dijo Henríquez de Luna- y nos hemos ido a tomar un café". Antes de rematar que "el pleno es muy largo y hay que salir", y decidieron hacerlo justo en ese momento para pasar los 20 minutos en el Patio de Cristales de la Casa de la Villa. Un gesto que recordaba tanto a los parientes ateos que echan pitillos y pasean a la puerta de la iglesia mientras bautizan al sobrino. Porque acabado el debate regresaron al pleno y no volvieron a ausentarse.