Cuando murió Franco en 1975 yo solo contaba con 7 años. Pese a ello miraba con miedo los uniformes, los grises de la policía nacional, sus landrover con los cristales protegidos por rejillas metálicas, sus porras... Recuerdo cuando un día unos guardias civiles  con uniforme verde y con tricornio, un sombrero que daba un miedo atroz, vinieron a mi casa a buscar a mi padre. Su pecado fue no quedar impasible ante los gritos de alguien pidiendo ayuda y el ruido de los golpes que se escuchaban desde mi casa, frente a un Cuartel de la Guardia Civil en Aravaca. "Dejadlo ya, que lo vais a matar", gritó desde la ventana. Ese grito fue dado en la época de la Transición y aún así vinieron por él. No pasó "nada", solo le tomaron declaración y le apercibieron. Cuando cumplí 10 años decidí ser periodista, puedo recordar desde antes de esa edad que en mi casa siempre había prensa. Así aparecían por épocas: Ya, Pueblo, Diario 16, El Periódico, El País, Triunfo, Cambio 16, Interviú... Tengo memoria para contar que algunas semanas la última revista que he enumerado fue secuestrada y si llegó a casa fue porque un quiosquero amigo la escondió para mi padre. No la retiraron de los quioscos por sus conocidos desnudos femeninos, sino por los artículos políticos pidiendo libertad que en sus páginas publicaban.

Mis padres, los dos madrileños y descendientes de madrileños, nacieron en la postguerra con miseria, hambre y miedo; a mi madre en el entonces pueblo de Aravaca (vivió a partir de 1944 en una casa construida por la Dirección de Regiones Devastadas) y, a mi padre en la calle Rodas en la zona de Cascorro y después en Vallecas (siempre de alquiler) el paso a la vida adulta les pasó por encima como una apisonadora. Les falsificaron su DNI para que tuvieran la edad legal de trabajar y con solo 13 años: una, como dependienta de la tienda 'Quinta Avenida' en la Carrera de san Jerónimo y otro, como ayudante de un sastre en la calle Jerónima de la Quintana. Sus destinos se cruzaron algunos años después y de ahí nacimos tres hijos: yo en 1968, y otros dos más en los 70 y en los 80. Nunca nos faltó la educación y la formación que ellos no pudieron tener en esa España en blanco y negro que envolvía el pescado en papel de periódico, en esa España en la que para hacer una reunión de vecinos en la escalera había que pedir permiso, o en esa España en la que en un colegio subvencionado (ahora se llaman concertados) por el que pagábamos una cuota teníamos que agradecer las alumnas puestas en formación la visita de una señora benefactora perteneciente a la familia Oriol, una de las familias de la oligarquía española de siempre.

¿Qué tiene que ver esto con la Glorieta a nombre de mi bisabuelo Cirilo Martín Martín? Pues creo que mucho, uno no sabe quién es sino sabe de dónde viene. A mi abuela Cecilia Martín Contreras (hija de Cirilo, la cuarta de ocho hermanos) no le podías sacar de la Guerra Civil nada más que comentarios como: "la guerra es lo peor", "fusilaron a dos de mis hermanos, aunque el tío Manolo se hizo el muerto y se salvó", "perdimos todo, dos días después de irnos de casa saquearon todas nuestras cosas. Estaba mi ajuar, me iba a casar pero no pude hasta que se acabó la guerra", "nos fuimos a esconder a Madrid", etc. Estos días en los que hemos visto como injuriaban y calumniaban a mi bisabuelo he entendido todo el comportamiento de mi abuela, porqué nunca hablaba de esto, porqué seguía teniendo miedo... He sabido que ella con 23 años acompañada de su hermana el 1 de diciembre de 1936 tuvieron que enterrar a escondidas en el cementerio a su hermano de 17 años, fusilado por el Comité de Salud Pública de Aravaca. He sabido que ella curó las heridas del fusilamiento fallido de su hermano Manuel Martín Contreras con el asesoramiento del doctor Vital Aza. He comprendido porqué ella era la que nos ponía las inyecciones cuando estábamos enfermos y tenía un carné de Enfermera de la Cruz Roja. Cecilia Martín Contreras, ella que fue mi abuela y en abril de 1931 fue a la Puerta del Sol a "ver la República y su celebración" se encontró con todo esta catástrofe cinco años después.

¿Matamos moscas a cañonazos?
Estudiamos, leímos sobre la Guerra Civil a Azaña, Pierre Vilar, Paul Preston, George Orwell, Julián Marías, Stanley Paine, Manuel Chaves Nogales, Carlos Morla Lynch en su libro "Sufre Madrid". Leo y subrayo la Ley 52/2007 denominada de Memoria Histórica"...que las generaciones vivas...honren y recuperen para siempre a todos los que directamente padecieron las injusticias y agravios producidos, por unos u otros motivos políticos o ideológicos o de creencias religiosas, en aquellos dolorosos periodos de nuestra historia" Y sí, mi familia pidió en 2011 una calle para Cirilo Martín Martín, alcalde elegido en 1931 a 1935 y designado en 1939. Aravaca en 1939 era un lugar destruido, primitivo, en el que se carecía de todo y en el que hubo que empezar a organizar la vida de nuevo. Mi bisabuelo colaboró en ello y nada en su beneficio sacó, no como las noticias que nos llegan estos días sobre las corrupciones de algunos políticos. Apelar a la Ley de Memoria Histórica para condenar sus acciones parece decir que se le puede comparar con Queipo de Llano, Franco, Mola, Sanjurjo, ...Parece un poco excesivo. En Aravaca hay una calle a José Lombana Iglesias, alcalde en 1944, jefe de Falange que declaró muy gravemente en un sumario contra el ciudadano de cuyo fatal destino acusan a mi bisabuelo. No he visto a nadie de su descendientes protestar por ello.

Resulta importante recordar que Cirilo Martín Martín ni fue militar, ni perteneció al partido del régimen represor, que era una persona que había desempeñado ese puesto de alcalde en la II República y tenía experiencia. Ni engrosó sus bienes por este trabajo no remunerado que desempeñó 365 días.

Para conocer la verdad de los hechos sucedidos hace 70 años quedan los Archivos Históricos Nacionales y de la Defensa, la página pares.mcu.es con documentación de la Causa General y el uso de georradares para hallar los restos de los cadáveres enterrados en y tras la contienda, y así se puede comprobar que a partir de septiembre de 1936 hasta 1937 aumentaron las sacas de presos que salieron de las cárceles y que fueron fusilados en Aravaca. Madrid sufrió tres años de batalla, bombardeos y exterminio a cargo del ejército golpista lo que en otros lugares de España fueron solo meses. Y en Madrid las tornas estaban cambiadas, la represión en la Guerra Civil la ejerció el bando legítimo y el que perdió la contienda. No por ello podemos justificar sus barbaries. ¿Y si el resultado de la Guerra Civil hubiera sido el contrario? Mi bisabuelo Cirilo Martín Martín no hubiera tenido ningún delito de sangre y no hubiera podido ser condenado. Asumamos nuestra historia, nuestro pasado y trabajemos para lograr la concordia: propongo realizar un homenaje a todas las víctimas de la Guerra Civil en Aravaca en forma de glorieta, monumento, acto... Algo que de una vez por todas nos permita respirar tranquilos.

María Martín es periodista y bisnieta de Cirilo Martín Martín