Un caso de acoso que "acosa" a un Arzobispo que podría tener sus días contados, ahora más por no contar con el apoyo de su amigo Rouco... Martínez está solo y acosado. Foto Diócesis de Granada



Un joven que tiene ahora 24 años está poniendo en jaque el futuro del polémico Arzobispo de Granada, Javier Martínez. Se trata de la víctima de los abusos sexuales por parte de sacerdotes y religiosos de Granada.

Una adolescencia convertida en tortura
Daniel, nombre ficticio de ahora docente en un colegio católico del norte de España, tenía entonces unos once años y los supuestos abusos se desarrollaron desde esa edad hasta los 18 ó 19: su adolescencia se convirtió en una auténtica tortura. Daniel necesitó tratamiento psicológico por las secuelas que le acarrearon los supuestos abusos. Su denuncia ante la justicia y ante el propio Papa Francisco pude llevar casi con toda seguridad a que Javier Martínez tenga que pedir la jubilación anticipada como purpurado o simplemente sea destituido por el propio Francisco.

La situación del Arzobispo no aguanta más
Le rodean varios frentes, el judicial, el mediático y el de su propia jerarquía española y el más importante moralmente, la voluntad del propio Papa Francisco de que se llegue al fondo del asunto. El judicial camina por sí solo y se hace más acuciante a medida que de las declaraciones avancen. También se esperan que en los próximos días haya nuevas denuncias contra el mismo grupo de sacerdotes.

Un cura "adinerado" y líder del grupo
Se trata de una investigación judicial en la que ya han prestado declaración ante el juez doce personas, entre sacerdotes y seglares, relacionados en un caso tipificado de abusos a menores. Algunas fuentes dan hasta un perfil. Ideal de Granada da datos sobre el colectivo de sacerdotes acusados. Al grupo se le conoce en Granada con el sobrenombre del principal sospechoso. Va más lejos y se dice que el líder de ellos es un sacerdote adinerado que hace unos años protagonizó una escisión con otro colectivo de religiosos de la ciudad.

Ayudaba en la parroquia, hacia los deberes y dormía en casa del cura
La tortura de infancia y adolescencia del denunciante se inició cuando comenzó a colaborar y ayudar a una parroquia de la ciudad, una iglesia nueva de un barrio granadino. Un sacerdote, al que se le calculan actualmente sesenta años se cruzó en el camino de Daniel. Al principio ayudaba en la parroquia. Más tarde comenzó a pasar por su casa para hacer los deberes, más tarde se quedaba a comer y, finalmente, también a dormir. Ahí comenzó su calvario, según el diario granadino. Daniel  apunta a otros casos tanto de chicos como de chicas de los que podrían haber abusado sacerdotes de la misma comunidad religiosa donde él estuvo integrado.

Tres viviendas como "punto de encuentro"
Este sacerdote lideraba -y lidera- un movimiento de curas que organizaban muchas actividades con familias, con menores y con adultos en tres viviendas que servían como punto de encuentro para los seguidores de sus ejercicios espirituales. También recurrían a los aires de la Alpujarra para efectuar escapadas en fines de semana. "No son simples abusos, hubo mucho más que tocamientos y aunque no hubo violencia o intimidación, sí existió consentimiento viciado (aprovecharse de la figura de autoridad para doblegar a la víctima)", apunta una persona conocedora del caso.

Conversación entre el Papa y "Daniel"
Y en todo este caso no cabe olvidar que fue el Papa Francisco quien destapó el asunto tras recibir la carta de Daniel. Tras leerla y consultar, Francisco no dudó en contactar telefónicamente con el joven. Diversos medios han publicado la presunta conversación del Papa con el joven, al que se ha puesto el nombre ficticio de “Daniel”. Este es el relato :

El pasado 10 de agosto, a las 17:23 horas, sonó una llamada en su teléfono móvil. En la pantalla solo aparece "número desconocido".

-¿Quién es?, contesta Daniel.

-"¿Hablo con el señor Daniel?", responde al otro lado del teléfono una voz extrañamente conocida.

-Sí, soy yo. ¿Quién llama?

-"Buenas tardes, hijo, soy el padre Jorge".

-"Perdón -responde Daniel-, se ha debido equivocar. No conozco a ningún padre Jorge". Y escucha asombrado:

-"Bueno, soy el Papa Francisco". Durante varios segundos Daniel no acierta a articular sonido alguno. Al otro lado, su interlocutor cree que ha colgado. "¿Sigue ahí?" Su tono de voz es inconfundible. Es el Papa.

-"Hijo serénate. He leído tu carta varias veces. No he podido más que emocionarme y sentir un dolor inmenso al leer tu relato. Quiero pedirte perdón en nombre de toda la Iglesia de Cristo. Perdona este gravísimo pecado y gravísimo delito que has sufrido. Perdona, hijo mío, tanto dolor ocasionado y tanto como habrás sufrido. Esas heridas hacen que la Iglesia se resienta al completo". Las lágrimas recorren el rostro de Daniel, que no puede parar de llorar, ni decir una sola palabra.

Un caso de acoso "acosa" al Arzobispo
Contrasta la postura papal con la de Martínez. La víctima también denunció el caso ante el Arzobispado y la contestación "no resultó satisfactoria". Denuncian lentitud, impunidad de los encubridores y falta de impulso para esclarecer . Javier Martínez dijo ayer que "está sufriendo un martirio". Parece que el arzobispo va a ser llamado ante la Congregación para la Doctrina de la Fe para conocer más detalles. Ahí se sabrá si la Santa Sede insta al arzobispo a presentar su renuncia. Un caso de acoso que "acosa" a un Arzobispo que podría tener sus días contados, ahora más, por no contar con el apoyo de su amigo Rouco... Martínez está solo y acosado.