Sábado, 26 de julio. En una mañana soleada, en el hermoso escenario de la Granja de San Ildefonso, se da cita la flor y nata de la política española para asistir a la boda de Belén de Guindos con Gonzalo Diniz Méndez. El padrino, que no es otro que el ministro de Economía, Luis de Guindos, saluda a los invitados hasta que llega a uno con el que se funde en un emotivo abrazo. ¿Con quién? Con Francisco Granados, actualmente residente en la cárcel de Estremera.

En aquel momento, no era de dominio público que Granados dirigiese, presuntamente, una red de corrupción destinada a cosechar comisiones del 3%, es cierto. Pero sí que se sabía que Granados tenía una cuenta en Suiza con 1,5 millones de euros.



La cuenta que iba y venía
Concretamente, desde hacía cinco meses, cuando a mediados de febrero el diario El Mundo publicó la primera exclusiva al respecto. Primero, Granados negó que la información fuese cierta para, 24 horas después, reconocer que sí existía la cuenta aunque, según él,  la cerró en el año 2000. Algo que la Policía niega tajantemente, asegurando que la cuenta no se canceló hasta estas navidades.

La dimisión de Granados
En cualquier caso, un día después, Granados dimitía como senador y diputado regional del Partido Popular. Un gesto que, para Esperanza Aguirre, significaba que "no podía probar su inocencia", pero que en cualquier caso dejaba al personaje caído en desgracia.

El ejemplo de Rajoy
Todo eso no importó al mismísimo ministro de Economía del Reino de España para invitar al enlace de su hija a un defraudador confeso y, más aún, saludarle de manera cariñosa en el besamanos, como ha desvelado Las mañanas de Cuatro. Pero claro, allá donde fueres haz lo que vieres, y si tenemos en cuenta que su jefe, el presidente del Gobierno, mandaba SMS de apoyo a Luis Bárcenas cuando ya se había destapado su patrimonio oculto en Suiza, lo de Granados es sólo un pequeño detalle.