El de hoy es otro de esos avances tecnológicos, no tanto en sus inicios como en su evolución posterior, que tanto ha hecho para bien y para mal por el ser humano. Es verdad que en un momento de crisis como el actual, el ‘tirar’ de ella ha puesto la soga económica al cuello de muchas personas. Sin embargo, se trata un invento que, tras su aparición y con el paso de los años, también ha servido para facilitar las transacciones, independientemente de su tamaño o valor.

La primera tarjeta de crédito es de 1914 y surgió de la mano de Western Union. Es evidente que todavía no tenía la forma o utilizaba el sistema actual, pero es el germen de lo que hoy conocemos también como dinero de plástico. La compañía estadounidense la ofrecía a sus mejores clientes quienes, además, tenían a su disposición una línea de crédito preferente.

Diners Club
No obstante, hubo que esperar unos cuantos años (a finales de los 40) para ver el verdadero antecedente de las actuales tarjetas. Se atribuye a Frank X. McNamara, que tras cenar en un famoso restaurante de Nueva York, comprobó que no disponía del dinero suficiente para pagar. Solucionó el problema pero se propuso que nunca más le volvería a suceder.

Creó el primer soporte similar a los actuales con el que poder pagar la cuenta en diferentes establecimientos de hostelería. En su denominación no se rompió mucho la cabeza. Le puso el nombre de Club de Cenadores (Diners Club) que si bien al principio se encontró con muchas trabas para su popularización, en pocos meses miles de neoyorquinos la utilizaban.

Primera tarjeta Diners Club (Foto: www.ennaranja.com)



Mastercard y Visa
La Diners está considerada la primera tarjeta de crédito como las actuales, aunque a ella le siguieron a lo largo de esa década de los cincuenta. El Franklin National Bank en 1951 puso en circulación la American Express. Le siguió el Bank of America con la denominada BankAmericard (hoy VISA), mientras que a mediados de los 60 apareció la Master Charge, precedente de la MasterCard.

Las principales entidades financieras estadounidenses se volcaron, bien de manera individual, bien asociándose varias de ellas, a la hora de promocionar y popularizar este tipo soporte para el pago, lo que contribuyó a su expansión por el país y el resto del mundo.

La primera en España
En nuestro país no eran tiempos aquellos de alegrías económicas. Por ello, no fue hasta 1978 cuando apareció la primera tarjeta de crédito otorgada por una entidad española. Se trató del Banco de Bilbao, siendo su gran impulsor Carlos Donis de León.

El impacto fue grande y la evolución de su uso no ha parado de crecer desde entonces. Sin ir más lejos, hace justo un año se conocía que más del 70% de los españoles las utilizaba habitualmente. Millones de tarjetas de crédito (de media dos por persona) que sitúan a nuestro país en la segunda posición en la materia a nivel europeo. Solo nos gana Reino Unido, pero estamos por delante de, por ejemplo, Francia o Alemania.

Dos tecnologías
Tras aquellas primeras de principios del siglo pasado, el dinero de plástico se ha beneficiado de los avances tecnológicos, un dato que ha redundado en mayor seguridad para los usuarios. A día de hoy, existen dos tipos de tecnologías con las que trabajan o se benefician las tarjetas de crédito.

[youtube]http://youtu.be/mBYkVdv3AM4[/youtube] Anuncio televisivo de VISA (1992)

Por una parte está la banda magnética, precursora en su evolución; por otra, la incorporación del microchip un hecho que ha provocado que la primera se esté quedando relegada. Desarrollado por Roland Moreno, este sistema permite, a través de dispositivos de protección electrónica, que se incremente de forma considerable la seguridad tanto para quien la utiliza, como para el banco que la emite.

Además, en estos tiempos ya se trabaja y está operativa en algunos casos la integración en estos soportes de la tecnología RFID (Radio Frecuency Identification, identificación por radiofrecuencia en español) que supone básicamente el poder hacer uso de las tarjetas aproximándolas al lector sin ser preciso introducirlas. Del mismo modo, existen ya específicas para Internet y, en varios supuestos para transacciones no muy importantes, incluso empiezan a ser sustituidas por el pago a través de dispositivos móviles, mecanismo que, a la postre, no deja de ser una evolución más de la tradicional.

En definitiva, como dice el anuncio de televisión, hay muchas cosas de las que disfrutar que son impagables, que no tienen precio, y para todo lo demás… la tarjeta de crédito (siempre con moderación, claro).