Efectivos de la policía junto al cadáver de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, que ha muerto esta tarde al ser tiroteada en las inmediaciones de su casa, en el Paseo de la Condesa de León. EFE



Conocía a Isabel Carrasco. Cuando empecé a hacer prácticas, ella ya era alguien importante en el PP de León y de Castilla y León, y como cualquiera que la conociera o como cualquier leonés, aún no me he recuperado de la conmoción, del espanto.

Poco antes de las seis de la tarde me llegó un mensaje de un familiar que vive en la capital leonesa: "Han matado a Isabel Carrasco. De un tiro". Es un bulo, pensé , pero inmediatamente llamé a mis antiguos compañeros de Radio León (cadena SER) por si acaso. Y comunicaban sin parar, todos, por lo que inmediatamente supe que era verdad. Un lunes, a las 17.45 horas no comunican todos los teléfonos de la emisora decana de León si no ha pasado algo grave.

Comenzó el goteo de noticias, primero que habían sido dos mujeres encapuchadas, que eran madre e hija, y que le habían disparado por la espalda con una pistola. ¿Con una pistola? Eso me resultó muy extraño y así se lo comenté algún colega porque en León se pueden tener escopetas de caza, pero es muy muy raro que alguien tenga una pistola a no ser que seas miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Luego supimos que la mujer más joven había sido contratada en enero de 2007, meses antes de que concurriese como número siete en la lista del PP de Astorga. Fue despedida en mayo de 2011 y mantenía varios pleitos contra la Diputación. Y que su padre es policía, inspector jefe de Astorga, y que toda la familia es afín al PP.

Es León, una capital de provincias mediana y muy tranquila donde nunca pasa nada. Y es Isabel Carrasco, a la que conocía todo el mundo, y todo el mundo en León y provincia es todo el mundo.

Isabel Carrasco tenía muchísimo carácter, era muy lista, trabajadora, sin complejos, temida, querida e incluso odiada por algunos, pero jamás se explica nadie algo así. Polémica sí, pero también aguerrida porque para ella la mejor defensa siempre era un buen ataque.

Tuve buena relación con ella, como periodista en León y después trabajando con Zapatero. Siempre cogía el teléfono y siempre daba la cara. Porque fuera de Madrid las relaciones entre los políticos de diferentes partidos y de éstos con los periodistas es más correcta, más educada y más normal. En León éramos pocos periodistas y pocos políticos que nos veíamos todos los días en las mismas ruedas de prensa. Cada uno se dedicaba a  lo suyo, se criticaba o no, se discrepaba o no pero te saludabas por la calle y te tomabas un café. Siempre me sorprendió el sectarismo de la política y la prensa madrileña, con su etiquetas de amigo o enemigo. Fuera de Madrid no es así, y desde luego en León no.

Isabel tenía mucho carácter, era de armas tomar, pero también dicharachera y divertida. Y nada, absolutamente nada puede justificar nunca y bajo ninguna circunstancia un asesinato. Quizá para entender bien la consternación que tenemos hay que ser de León o vivir en León y haberla conocido. Su familia, especialmente su familia, y también sus amigos son quienes están sufriendo este horror. Y en momentos como éste no hay palabras de consuelo suficientes.