Empezó como un pequeño runrún, pero ha ido tomando cuerpo hasta convertirse en 'la salida' con la que muchos sueñan en el PP valenciano: José Manuel García-Margallo candidato al Palau de la Generalitat. Una 'salida' que pone de manifiesto dos crisis; por un lado la del propio Alberto Fabra, en estos momentos un personaje aislado, sin apoyos en Madrid ni dentro de su propio partido; pero también, por otro lado,  la crisis interna 'popular', que en Valencia es una 'merienda de negros' donde las diferentes familias compiten y desconfían entre sí, acosadas por la Justicia y los casos de corrupción, y la quiebra económica de la Comunidad.

Un Fabra aislado y torpe que 'insulta' al ministro
El pulso entre Fabra y García-Margallo, como tantas otras cosas, se inició por una torpeza del Presidente valenciano, que quizás hizo sin intención, simplemente como resultado de la situación crítica que vive, sin consejeros ni 'amigos' en su entorno. El pasado mes de mayo desde el Gobierno autonómico organizaron una gran cena-homenaje en el Oceanográfico. Entre los invitados estaba el 'tutti-quanti'..., menos García-Margallo. Algo que el ministro sintió como un insulto.

Pocas semanas después lo dejó claro sacando el veneno retenido. Aprovechó para ello la multitudinaria cena que organiza cada mes de julio en Sueca el capo del PP en la provincia valenciana, Alfonso Rus; él mismo, un enemigo reconocido de Alberto Fabra. Una idea de la potencia de la rivalidad entre los dos políticos valencianos lo puede dar este hecho que han contado a ELPLURAL.COM en fuentes políticas de esta región: Rus planteó, sin cortarse, la cena como "una demostración de fuerza ante el presidente de la Generalitat". En  respuesta, nos dicen, el Govern le envió un inspector el día antes "para comprobar si la sala cumplía con los requisitos adecuados para acoger un acto con tan masiva asistencia". En la cena se reunieron más de 1.500 personas, todas cargos 'populares'.

Un valenciano de adopción, único ministro de la Comunidad en el Gobierno Rajoy
En ese ambiente García-Margallo dejó caer que él acude a los actos en Valencia "cuando le invitan". Un comentario que fue sólo la primera de una larga serie de críticas, porque "el ministro 'rajó' sin demasiado pudor contra el presidente", nos dicen, y lo hizo delante no sólo de Rus, sino también de Rita Barberá, otra de las juradas enemigas de Fabra.

El ministro, aunque nacido en Madrid, salvo en el comienzo de su carrera, cuando se presentó por Melilla, siempre se ha presentado como un político valenciano, por donde comenzó a ser diputado en 1986. Pero no ha sido un simple 'paracaidista' (el nombre que se le da a los diputados que se imponen en determinadas circunscripciones desde las cúpulas de los partidos ), sino que ha tenido piso en Valencia, y mantiene una casa donde veranea todos los años en Xabia, lo que le ha permitido enraizarse en la peculiar y complicada política del PP local. Por ejemplo, de sus primeros tiempos en Valencia, y dada su procedencia de UCD, son conocidos sus choques con Rita Barberá, que era 'pata negra' de Alianza Popular. La relación entre los dos ahora es buena.

Un cambio posible, seguramente, gracias a las torpezas, o las desconfianzas, de Fabra. Porque según nos cuentan diversas fuentes, alguna incluso de partidos rivales del PP, García-Margallo, que se supo vender durante los muchos años que fue eurodiputado como "embajador valenciano" en Europa, nunca fue 'sectario'. Dentro de la pelea de clanes que siempre ha sido el PP en esta región, procuraba llevarse bien con 'tirios y troyanos'. Una posición en la que se había visto reforzado en su papel como 'único ministro valenciano' del Gobierno Rajoy.

Fabra ha conseguido que viejos rivales, tengan ahora una causa común: acabar con él
Todo esto se ha roto. En estos momentos, como decimos, Fabra aparece débil y solo.  Tan aislado de Génova y Moncloa, que se ha demostrado  estas semanas pasadas incapaz de renegociar el cupo valenciano y mejorar la financiación de una Comunidad económicamente quebrada por completo.

Pero además está enfrentado a 'las fuerzas vivas' de su propio partido: A Rita Barberá, que no se corta de ir diciendo que Rajoy la sondea para sustituirle; a los capos de las diferentes provincias, a los que, como les contamos en ELPLURAL.COM, menosprecie e intenta recortarles poder..., incluso a los imputados, que en el PP de Valencia son muchos, y de peso y ante los que, para mantener su imagen, se enfrenta y amenaza con echar del partido (lo que ha provocado que personajes que antes "eran agua y aceite", nos dicen, como el imputado Rafael Blasco y Juan Cotino, sean ahora 'amigos')... Resultado, todos los ojos le buscan sustituto, y todos los ojos han comenzado a converger en García Margallo.

La excelente relación personal del ministro con Rajoy, gusta en Valencia
Más aún cuando en Valencia se dan cuenta de que no es un ministro cualquiera. De hecho, la relación de García-Margallo con el presidente, con el que compartió algunos veranos en Xabia, es excelente. Es sabido que a pesar de su diferencia generacional, el ministro de Exteriores es quizás uno de los pocos amigos que Rajoy considera como tales en su Ejecutivo. Cercano a los 70 años, García-Margallo podría ver la salida hacia la presidencia de la Generalitat como el punto final mejor para su carrera política. O eso quieren hacerle ver los 'enemigos' de Fabra en el PP valenciano que, como decimos, ven en él una posibilidad de reabrir el diálogo y recuperar el peso del partido autonómico en Moncloa  y  Génova, y cada vez le miman con menos disimulo, justo lo contrario de lo que hace Fabra.

En la cena en Sueca de la que hablábamos al comienzo de esta crónica, García-Margallo, según nos cuentan, más allá de mostrar su enfado porque Fabra no le invitara a un acto, se quejó amargamente de que no le llamara nunca para que hiciera lobby provalenciano en Moncloa. El resultado, la total quiebra de su relación. Una quiebra que ha coincidido con una intensificación de la presencia del ministro en Valencia durante este verano y durante el inicio de la temporada política. De acuerdo a las fuentes políticas valencianas con las que hemos hablado, el movimiento del ministro no encontraría ningún recelo en el otro valenciano con presencia en Madrid, en este caso en Génova, Esteban González Pons, él mismo, poco amigo de Fabra.