Hace un año, con "agostidad y alevosía", Julio Somoano, que ocupaba desde hacía apenas unas semanas el cargo de Director de Informativos, hizo su movimiento. Barrió al equipo directivo que había dejado su sucesor Fran Llorente, y acabó con quien era uno de los grandes valores de la cadena, la periodista Ana Pastor.

"Derecho a formar mi propio equipo"
Como les contamos entonces, en entrevistas en su despacho, o incluso en llamadas telefónicas para aquellos que estaban de vacaciones, Somoano comunicó al Director de Contenidos, Matías Montero, que se encargaba del día a día en los telediarios, a la directora del Canal 24 horas, Asunción Gómez Bueno, así como a la de los programas informativos no diarios, Alicia G. Montano que estaban cesados. A casi todos ellos les dio el mismo argumento: "tengo derecho a formar mi propio equipo".

Pero con estos directivos, responsables de la producción informativa de la televisión pública, también Somoano realizó otros cambios clave que no eran de la estructura de mando, sino de pantalla. Así acabó con los presentadores de los dos programas informativos diarios más carismáticos, Xavi Fortes, que presentaba el informativo-debate de la noche en 24 horas y, sobre todo, cesó a Ana Pastor, la editora-presentadora de Los Desayunos.
 

Desayunos de TVE, con Maria Dolores de Cospedal quejándose de falta de imparcialidad en aquella televisión pública

 

 


En el caso de esta última, que había sido señalada por varios dirigentes populares como periodista 'incómoda', 'el despido' no dejó de resultar controvertido. Conscientes del significado que se le iba a dar a su cese, la dirección de RTVE pretendió 'vestirlo' de simple reasignación. El departamento de Comunicación hizo de hecho pública una nota diciendo que le habían ofrecido un posible programa de entrevistas en horario nocturno. Ana Pastor lo negó.

De líderes a terceros
Estos cambios, masivos, que iban más allá del nombramiento de unas pocas personas en un proyecto que lideraba la televisión en España y acumulaba premios y apoyo popular, se vieron como un intento de control político y se temió su repercusión en el producto. Lo sucedido en los meses siguientes, y que hemos venido contándoles en ELPLURAL.COM, ha venido a confirmar esta sospecha.

El resultado se lo contábamos hace unos días, resumiéndolo en las audiencias del mes de julio. En este año los telediarios han pasado de ser líderes en todas las franjas, a no liderar ninguna. El share en julio de 2012 de los telediarios era del 15,2%, y contaba con 1.556.000 espectadores. Dos puntos por encima de los informativos de Tele5, tres sobre los de Antena 3. Ahora su share es de un 13,2% y su número de espectadores 1.350.000. Es decir un 2% y 200.000 espectadores menos. Pero es que además ocupa el último lugar entre las cadenas grandes generalistas, en algún caso, como el del prime time de la noche, muy alejada del liderazgo que ostenta Tele 5, un 4.5 de share y 350.000 espectadores por encima del informativo de La 1.

 

 

 

Equipo de informativos de TVE que apenas ha durado un año. Foto RTVE

 

 


Es verdad que ese es el mismo camino que ha seguido RTVE en su conjunto, con las audiencias de la radio y la televisión públicas deslizándose hacia el pozo. Pero así como en programas se puede aducir que el recorte de presupuestos ha forzado a renunciar a programas estrella y películas de relumbrón, en el caso de los informativos este factor no tiene el mismo peso.

Errores profesionales y manipulación
Lo que han costado liderazgo, audiencia y prestigio a la televisión pública han sido errores profesionales (el último caso, el de la cobertura del accidente de tren de Santiago) y, sobre todo, las acusaciones de manipulación, también denunciadas no sólo en el Parlamento, sino también por los propios trabajadores de TVE que lo han hecho repetidamente (la última ocasión a raíz de los nombramientos del equipo que debe dirigir la próxima temporada).

Lo terrible de esta situación es que cuanto menor sea el peso de la radiotelevisión pública, más fácil resultará justificar para sus enemigos la reducción de sus presupuestos, e incluso la puesta en la picota de la necesidad de su mantenimiento.