Fotografía de archivo fechada el 15 de febrero de 2013 del ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, durante un acto de campaña electoral en Roma, Italia. EFE



Aunque condenado en sentencia firme del Supremo italiano a cuatro años de cárcel por fraude y evasión fiscal en el “caso Mediaset”, sería imprudente dar por liquidado políticamente a Silvio Berlusconi.

Solo con su gusto por las definiciones categóricas y los slogans, Beppe Grillo (la revelación estrambótica de la última elección legislativa) se atrevió a hacerlo: “¡Berlusconi está muerto!, dijo pensando en los usuarios de su programa..

De hecho, algunos observadores quieren ver en la decisión de los jueces de remitir a la Corte de Apelación de Milan el tiempo de inhabilitación para hacer política una especie de compensación que podría ser un coladero para que todo siguiera igual siendo por completo distinto.

Tiempos, realidades y estrategias
Se podría ver en ese matiz, en cambio, un mensaje de madurez de la magistratura en el sentido de intentar limitar la amenaza que la sentencia dibuja sobre la continuidad del gobierno de coalición, que depende de la voluntad del campo berlusconiano.

En efecto, Silvio Berlusconi está intentando saber hoy mismo cuándo el Tribunal milanés estatuirá sobre lo que realmente le importa, poder actuar en el escenario político-parlamentario y tener rehén de su voluntad al gobierno.

Esto podría durar algún tiempo y el dibujo cronológico y puramente práctico de la nueva situación aconsejarían al Cavaliere no reventar ya mismo al ejecutivo… por la buena razón de que los magistrados milaneses confirmarían que, en efecto, solo importa a nuestro hombre su poder de hacer y deshacer gobiernos, no su imagen ni su reputación.

Cómo salvar el Gobierno
Hay que añadir el factor verano. Es una tradición casi con valor de ley que nada decisivo puede ocurrir en la Italia oficial en el tórrido “ferragosto” romano. Las huestes de Berlusconi, que también veranean y han dejado al “ejército” de fans seguir haciendo payasadas ante los juzgados y los parlamentos, se pensarán muy bien qué hacer.

Tal vez esto ha permitido al más influyente periodista político italiano, Ezio Mauro, en su editorial de hoy en “La Reppublica” que el conjunto de consideraciones anotado “permite creer que el gobierno no caerá”.

Es verdad que él añade que “por impotencia”. Y es verdad que el primer ministro, Enrico Letta, ha evitado cuidadosamente explotar la gran derrota judicial de Berlusconi y su campo. De hecho, en cuanto trascendió el fallo, Letta aseguró que, contra lo que muchos creen, “Italia es mucho más estable de lo que parece”…

La necesidad y la virtud
El presidente Napolitano, institucionalmente impecable como siempre, se limitó a mostrar su respeto por las decisiones judiciales, pero es seguro que comparte con gran parte del público el placer de ver por fin al Cavaliere condenado en firme a pena de cárcel, por mucho que su edad y el pendiente fleco milanés le ahorren la prisión y le permitan eventualmente seguir enredando, como ha hecho durante los últimos 16 años entre juzgado y juzgado.

La necesidad de mantener la estabilidad funcional del ejecutivo, cuya política económica es percibida como la única posible a día de hoy, está pesando sobre todos los actores del drama tanto o más que le virtud de hacer justicia.

En este frío cálculo, por cierto, estará pesando mucho el calendario del gran escándalo que también tiene a Berlusconi en los tribunales: el “caso Ruby” mucho más vidrioso, que mezcla prostitución de menores, vicio y abuso de poder a partes iguales y por el que fue condenado en junio a siete años de cárcel… en primera instancia.

El ocaso del Cavaliere
Es imprudente hacerse ilusiones con un tipo como Silvio Berlusconi, delincuente en varios registros, golfo de la vieja escuela, cínico y muy familiarizado con ciertos hábitos de una Italia profunda, que, para decirlo todo, le ha consentido al condenado casi todo y demasiado tiempo.

Es seguro, sin embargo, que el ocaso del Cavaliere ha empezado. Hay rumores de imposible confirmación de que en su partido, hay ciertas inquietudes con los excesos del millonario y corrupto líder.

Por ejemplo, si Berlusconi da la orden de dinamitar el gobierno y fuerza elecciones anticipadas en otoño, ¿es seguro que el inesperado éxito de Grillo y su “Movimiento Cinco Estrellas”, se repetiría y haría posible con su conducta que Berlusconi sea imprescindible para formar un gobierno decente de coalición?

Recuerde el lector que Grillo y su línea recibieron un drástico castigo del electorado en las locales de mayo, que fueron una sonora derrota para el partido-antipartido, que no pudo pasar a la segunda vuelta en una sola de las diez grandes ciudades….

Elena Martí es periodista y analista política