“¡O le paras los pies a esta tía (Cospedal) o te quedas sin secretaria general!” Esta coacción velada, o más bien amenaza en toda regla, la pronunció supuestamente Luis Bárcenas en una conversación que mantuvo con el ahora presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en compañía de Javier Arenas, y que ha sido dada a conocer por el director de ‘El Mundo’, Pedrojota Ramírez, en su tradicional “pastoral” dominical en el rotativo de Unidad Editorial. ¿Tiene miedo físico María Dolores Cospedal del extesorero del PP? ¿Las amenazadas del ahora “delincuente Bárcenas” han influido para que la presidenta del Gobierno de Castilla-La Mancha haya decidido redoblar su seguridad personal? ¿De quién partió la idea de que Génova 13 contratara escoltas para la número dos del PP y ésta parece ser que las rechazó?

Un secreto a voces
Y es que en Génova 13 es un secreto a voces, difundido ya por algunos analistas políticos que tienen acceso directo a la planta noble de la sede conservadora madrileña, la polémica surgida en torno a la necesidad o no de reforzar la seguridad de su secretaria general, contratando por parte del partido escoltas ajenos al Ministerio del Interior, encargado en último lugar de decidir quiénes en España deben tener protección oficial. Curiosamente, el jefe de seguridad de la sede nacional del PP no es otro que Antonio de la Fuente, cuñado de Luis Bárcenas, a quién María Dolores Cospedal pretende destituir desde hace ya algunas semanas, según fuentes de la sede conservadora consultadas por ELPLURAL.COM.

La sombra de Cospedal
Todo esto lo decimos porque desde hace unos meses la seguridad que acompaña a la presidenta de Castilla-La Mancha se ha incrementado notablemente. Ya no solo en sus desplazamientos, donde hasta una veintena de guardias civiles, policía nacional y local forman cordones policiales para impedir que los ciudadanos la recriminen su política de recortes. No. Hablamos de paseos cortos, tan cortos que ni siquiera alcanzan los cuatro metros desde el punto de partida al punto de llegada y que, sin embargo, requieren la compañía de un policía, o escolta, que permanece en la puerta hasta que Cospedal abandona el establecimiento en cuestión. Es su sombra.

Del despacho a la peluquería
María Dolores Cospedal es una de las 332 personalidades que tienen protección oficial en España y por lo tanto es escoltada por policías o guardias civiles en todos sus desplazamientos, pero una cosa es la “protección dinámica” (argot oficial) y otra que para ir de su despacho a la peluquería, atravesando una vía urbana, escasamente transitada, distante apenas cuatro metros de la puerta de su despacho en el Palacio de Fuensalida (sede del Gobierno castellano-manchego) al establecimiento de estética y tratamiento corporal preferido por la presidenta, sea necesario que previamente un agente inspeccione la calle y determine si hay o no “moros en la costa”, y nunca mejor dicho porque la calle que cruza andando se llama Taller del Moro.

Impertérrito, como una estatua
Cuatro metros desde su despacho hasta la peluquería en cuestión. Este fue el trayecto que María Dolores Cospedal realizó el pasado 28 de junio, a las 13,45 horas, para lo que necesitó escolta oficial y que el agente estuviera esperando a pie de puerta a que la presidenta acabara de acicalarse, como lo prueban las fotografía exclusivas que acompañan a esta crónica y a las que ha tenido acceso ELPLURAL.COM. Ese tórrido viernes, en la esquina de la calle Taller del Moro, entre las 13 y las 16 horas, la temperatura media alcanzó los 37 grados,  lo que no impidió que la profesionalidad del policía le llevara a permanecer impertérrito, como efigie humana en boca de metro, el tiempo que tardó su protegida en acabar con su tratamiento estético.

Imágenes tomadas el pasado 28 de junio con la secuencia completa de la llegada de Cospedal a la peluquería: primero su escolta inspecciona el terreno, la presidenta castellano manchega entra en el establecimiento y el escolta se queda de guardia en la puerta



Antes iba de compras sola
Todo esto contradice la decisión del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, de retirar la escolta a 554 personas y de reducirla a otras tantas, incluidos jueces y destacados políticos, con la consiguiente reincorporación de más de mil agentes a tareas propias de la seguridad ciudadana, después de que la amenaza terrorista desapareciera del mapa y a pesar de los llamados escraches, que prácticamente también se han evaporado. Tanto es así, que Cospedal no dudaba en ir de compras con su madre, sin agentes ni escoltas, aunque un grupo de vecinos la increpara en pleno centro de Madrid, como recogía ELPLURAL.COM el pasado mes de febrero. Pero se trataba de eso, de un abucheo. ¿De qué tiene miedo ahora Cospedal?

La protección de Cospedal, al Congreso
El caso es que la vigilancia y cuidado de Cospedal, cuyo exceso de protección del PP castellano-manchego con su lideresa nos lleva a pensar que solo Lucía, Jacinta y Francisco, los tres pastorcillos integrantes de “Los misterios de Fátima”, deberían conocer, ha tomado otros derroteros y ya no solo formará parte del esperpéntico celo del presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha, Vicente Tirado, que llegó a expulsar al diputado José Manuel Caballero porque osó saber cuántos policías custodiaban a la presidenta, cuya paranoia la llevó también a blindar su “casa-búnker” en la elitista zona de los Cigarrales toledanos. No, ahora ha entrado en el Congreso de los Diputados a través de una pregunta realizada por el expresidente de la Junta castellano-manchega, José María Barreda, que junto a otros parlamentarios socialistas quieren saber el número de agentes que protegen a María Dolores Cospedal en sus desplazamientos. Y es que los interpelantes consideran desproporcionado el cortejo policial que acompaña a la también secretaria general del PP.