El País y Maruja Torres se divorcian. La famosa periodista, que hasta hoy firmaba la contraportada del diario de PRISA los jueves, ha anunciado el fin de la relación en Twitter: : "El director de El País me ha echado de Opinión y yo me he ido de El País. Tantos años... Pero es un alivio". Torres, que ha mantenido enfrentamientos públicos con el presidente ejecutivo de Prisa, Juan Luis Cebrián, precisamente, hoy firmaba su última columna, Ignominia, en la que cargaba contra los aupados "a la cresta del capitalismo caníbal" y los "ejecutivos de las grandes empresas [...] que se blindan los sueldos y las pensiones y los bonos...".

Maruja Torres abandona el diario de PRISA tras 32 años. La periodista barcelonesa empezó su profesión como secretaria de redacción en el diario La Prensa, y en 1981 empezó a escribir para El País, donde ha cubierto guerras, ha hecho reportajes y ha firmado columnas como las que se incluían en las series Hogueras de agosto y Perdonen que no me levante.

Los Pobres
Torres se destacó como una de las más críticas con la gestión de Cebrián, especialmente a raíz del ERE que realizado en El País. "A mí se me encoge el corazón cuando pienso en esos ejecutivos que vuelan en 'business' o en primera —algunos, incluso, en el pavoroso aislamiento de su jet privado, propio o de alquiler—, y que no pueden hacer otra cosa", escribía en octubre de 2012, en una columna titulada Los Pobres.

Capitalismo caníbal
Su última columna, publicada hoy, no se quedaba atrás. En ella se preguntaba "quién alimenta a quién", si el canalla al necio o viceversa. "O si el canalla, al saberse aupado por sus pares a la cresta del capitalismo caníbal, ha perdido toda compostura". "Pisoteando nuestros cráneos y sin importarles la vergüenza ajena que sus dislates provocan", continúa Torres, "así es como los ejecutivos de las grandes empresas y de los grandes bancos se blindan los sueldos y las pensiones y los bonos...".

Ludopatía bursátil
El País
pierde una de sus caras más conocidas, como ya le ocurrió con el periodista Enric González, quien se vio relevado de la columna diaria en la penúltima página después de escribir: "No quiero ponerme en lo peor, pero cualquier día, en cualquier empresa, van a rebajar el sueldo a los obreros para financiar la ludopatía bursátil de los dueños". Aquel artículo fue censurado por la dirección para no ofender a los propietarios del periódico, y González, poco después, fue premiado con una corresponsalía en Jerusalén. Finalmente, el periodista volvió a escribir columnas, pero en El Mundo.