Mucho se ha escrito sobre el tutelaje de EEUU sobre la Transición española: sus recelos hacia la derecha franquista más reaccionaria, su apoyo al joven Juan Carlos I para pilotar el proceso y su temor a que la enorme base del PCE se plasmara en unas futuras elecciones democráticas.

Cables del embajador de EEUU a Kissinger
Parte de estas obsesiones están muy presentes en documentos desclasificados recogidos por Wikileaks y difundidos en España por Público. Se trata concretamente de informaciones que el embajador estadounidense en Madrid, Wells Stabler, mandaba a su secretario de Estado, Henry Kissinger. En los cables relativos a uno de los partidos llamados a aglutinar la derecha franquista, la Alianza Popular (AP) de Manuel Fraga -mientras que la UCD de Adolfo Suárez incorporaba en principio a los más aperturistas del régimen- no quedan dudas de los recelos que suscitaba la formación del exministro de Información de la dictadura a pesar de partir con la etiqueta de reformista.

"AP es una relación antinatural" basada en "el rencor"
"La Alianza [Popular] es una relación antinatural entre personas que sólo tienen una cosa en común: el rencor", llega a alertar Stabler, que detalla una serie de nombramientos que los miembros de AP esperaban y no se produjeron. Pero lo que más preocupaba a Washington era la cercanía de sus miembros con la derecha más extrema, por si podía constituir un "peligro" para la democratización. El embajador estadounidense abordó en una entrevista con Fraga estas cuestiones, y el líder de AP se mostró consciente de que las críticas a su formación por estar demasiado posicionada a la derecha "merecían consideración". En ese sentido argumentó que había intentado atraer a "figuras más centristas como Pío Cabanillas y Areilza, pero Cabanillas estaba indeciso y Areilza demasiado ocupado persiguiendo ilusiones. Él era un centrista y deseaba cortar los extremos del péndulo".

La formación de Fraga, "un arma de doble filo"
El embajador muestra su preocupación por saber cuáles y cómo de moderadas serían las sugerencias de AP al proceso de reforma política, así como por la mala relación del político con Juan Carlos I: "Fraga dijo que el rey había cometido el error de meterse demasiado a fondo en el juego político en julio. [...] Piensa que el rey ha corrido el riesgo de herirse a sí mismo y que estaba flirteando demasiado con la idea de controlar el proceso". Fraga no convenció a su interlocutor, como resumió este en sus conclusiones finales: "Continúo pensando que Alianza Popular es un arma de doble filo y que hasta que concluya en las Cortes el documento sobre el paquete de reformas de Suárez en las próximas dos semanas puede plantear peligros". El embajador no deja dudas sobre sus preferencias para aglutinar el voto conservador: "ya existe una alianza coherente de democracia cristiana o de centro [en alusión a UCD] para competir con Alianza Popular por la mayoría de un electorado español que buscan un cambio sin interrupción".

Obsesión por el PCE
Pero aunque les alarmara el extremismo de AP -la formación de la que nació el PP- una de las principales obsesiones de EEUU era el peso del PCE en España a pesar su clandestinidad. Sobre esta cuestión Público también ha difundido el contenido de algunos de los cables del embajador en los últimos meses de 1976, cuando se rumoreaba insistentemente con el posible regreso de Carrillo a España y la inminente legalización del Partido Comunista.

Stabler se hizo eco de la propaganda franquista durante décadas y tan presente entonces todavía en España para realizar una serie de observaciones que se repitieron en las tres siguientes décadas. Apuntaba al uso instrumental del episodio de Paracuellos contra Carrillo -observación que resulta curiosa cuando se trataba de un proceso de Transición que, como ya se sospechaba entonces, iba a dar carpetazo a los crímines del bando nacional para iniciar una nueva etapa-.

Paracuellos como 'talón de Aquiles'
El embajador informa a Kissinger en los siguientes términos: "Si Carrillo estuviera presente ahora en la escena política, las ejecuciones de Paracuellos serían, probablemente, un episodio más de la pesadilla que supuso la Guerra Civil y que la mayoría de españoles preferiría olvidar. Sin embargo, Paracuellos, porque está documentado y supone un vehículo extremadamente conveniente para torpedear al PCE, es probable que siga siendo un albatros político alrededor del cuello de Carrillo, incluso dentro de su propio partido". "El refrito en los medios sobre Paracuellos traerá, tarde o temprano, el reemplazo de Carrillo", llegó a vaticinar el embajador. Buena parte de la derecha española nunca renunció a usar Paracuellos contra Carrillo incluso hasta después de que abandonara la actividad política, algo que veían perfectamente compatible con la impunidad de los crímenes franquistas.