Ahora, en esa misma ciudad, se lanza otro llamamiento, en este caso por boca del obispo de la diócesis, para debatir sobre la denominada “ideología de género”, una vez que el prelado ha visto la reacción que las palabras que su carta del 6 de enero habían producido en algunas fuerzas políticas. La iniciativa adoptada por IU en el ayuntamiento cordobés me parece absurda y sin sentido, porque ya desde el primer momento se sabía cuál iba a ser su recorrido. Esto se ha visto complementado con una declaración desafortunada del dirigente de esa misma formación, Pedro García, lo cual lamento por el afecto que siempre se tiene hacia quien ha sido tu alumno, pero es que no se puede, ni se debe, responder con argumentos “ad hominem” cuando de lo que se trata es de contrarrestar el contenido de las consideraciones teóricas del obispo.
Hubiese sido más adecuado que se le contestara acerca del mal uso que hace de la cita de Simone de Beauvoir, lo cual prueba que quizás no haya leído con detenimiento la obra de la autora francesa, que tiene entidad por ella misma, sin necesidad de hacer alusión a que era compañera de Sartre (quizás al revés no lo hubiese dicho), y al mismo tiempo habría que desmontar esa idea acerca de que la familia ha sido instituida por Dios. Cualquier interesado en la historia, en la antropología o en la sociología, incluso alguien que se limite a ver algunos documentales de televisión, sabe que existen distintas formas de familia y que las características de la misma responden a patrones culturales.
Por otro lado, la propia mitología católica explica cómo se produjo la concepción de Jesús, luego resulta difícil poner como ejemplo y modelo de familia el compuesto por “Jesús, María y José”, como hace el obispo en su carta. Porque no solo contamos con los textos sagrados de la citada mitología, también el saber popular de nuestras tradiciones nos indica el origen de Jesús. No hace muchos días aún se podía escuchar ese villancico en el que alguien pregunta: “Dime Niño, ¿de quién eres?”, y la respuesta es: “Soy de la Virgen María y del Espíritu Santo”. Extraño modelo de familia, pues, el que se propone, sobre todo porque exige la creencia en un dogma que no todos compartimos, ni tenemos por qué.
Estoy seguro de que no habrá ningún debate público sobre la cuestión, entre otras cosas porque no se puede debatir con quien parte de posiciones dogmáticas como hacen los católicos, en especial los obispos, y en ese caso el prelado cordobés siempre podrá decir, como los anarquistas de 1873, que nadie se ha atrevido a la controversia.
* José Luis Casas Sánchez es investigador y Catedrático de Historia