Su entrega a la Vírgen del Rocío para salir de la crisis, su rechazo a viajar a Bruselas a hablar de empleo para tomar un cocktail y, sobre todo, el desprecio de asegurar que los jóvenes que tienen que dejar el país para buscar trabajo lo hacen por "espíritu aventurero".
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"No sé qué hace aquí"
Hernández cierra su intervención tendiendo la mano a la ministra, que durante todo el discurso no puede evitar poner un gesto amargo. "Pacte un plan con nosotros, tenemos soluciones. Pero si no tiene soluciones usted, no sé qué hace aquí".