La historia juega hoy a favor de los nacionalismos. Florecen sobre todo en las crisis, los cataclismos y las masacres. Además, la nación española está en horas bajas. En La Moncloa habita un presidente extremadamente débil, a pesar de gozar de una amplia mayoría absoluta en el Parlamento, y la oposición socialista, apaleada por los ciudadanos hace nueve meses, continua en la UVI.

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