El PP en el Gobierno se ha debatido ante una decisión que debía aprobar sin ningún reparo si nos atenemos a sus propias normas cuando gobernó en el pasado. Fue el exministro del Interior Jaime Mayor Oreja, uno los azotes contra la política antiterrorista de los socialistas, quien decidió en el 2000 los criterios que debían aplicarse para clasificar a un preso enfermo en tercer grado y solicitar para él la libertad condicional.

Un riesgo de muerte superior al 10%
Según aquel texto impulsado por Mayor Oreja, se considera que un preso padece una enfermedad muy grave cuando, entre otras causas, corre riesgo de muerte estimado superior al 10% en el plazo de un año a pesar del tratamiento, o cuando hay riesgo de muerte estimado superior al 50% en el plazo de cinco años a pesar del tratamiento. El caso de Uribetxeberria estaría comprendido en el primer punto ya que, según el hospital, su riesgo de muerte se estima en el 90% en el plazo de 12 meses.

Un acto repugnante
Este jueves, el ministro del Interior, Jorge Díaz Fernández, anunció que la medida se tomaría este viernes y puso mucho cuidado en manifestar la repugnancia que provoca el delito que cometió Uribetxeberria, sobre todo de cara a las asociaciones de víctimas de ETA que se han levantado en pie de guerra contra el Gobierno de Rajoy, al que han acusado de traicionarles después de una larga etapa de colaboración contra el Ejecutivo de Zapatero.

Aznar y Mayor Oreja hicieron importantes concesiones a ETA
Entre 1997 y 1998, una parte de cuyo tiempo coincidió con el secuestro del funcionario de prisiones Ortega Lara, ese acto que el ministro Díaz Fernández calificó de repugnante, el entonces titular del Interior, Jaime Mayor Oreja acercó a las cárceles vascas a 43 presos, 13 de ellos con delitos de sangre, tal y como reclamaban los terroristas. El 29 de junio de 1998, seis días después de que ETA declarase una tregua, se acercaron a 32 presos.

Mayor Oreja, antes y después
Mayor Oreja, que durante los mandatos de Zapatero no paró de acusarle de mantener una negociación oculta con ETA y de ceder ante los terroristas, en septiembre de 1999 envió el siguiente mensaje a la banda: “Estamos dispuestos a dialogara a flexibilizar la política penitenciaria y estudiar una reinserción de los miembros de ETA. A hacer lo que sea necesario, sin exigencias previas, sin negociar la entrega de armas”.

Perdón y generosidad
Ese año el Gobierno de Aznar acercó a 105 presos de ETA al País Vasco y concedió el tercer grado (que ahora se resiste a aplicar a Iosu Uribetxeberria Bolinaga) a nueve etarras. En 1998, Aznar declaró en una entrevista en ABC que “merecería la pena hacer el esfuerzo de la generosidad si con ello conseguimos la paz” y unos meses después de aquellas declaraciones reiteró que estaba dispuesto “al perdón y la generosidad”, y que esperaba que todos se dieran cuenta de “la importancia del momento” y actuaran en consecuencia.