O sea, que Garzón ha hablado con claridad y no se le ha ocurrido manejar latinazos oscurantistas propios de leguleyo o –según el Diccionario de la Lengua Española- “persona que aplica el derecho sin rigor y desenfadadamente” y “persona que hace gestiones ilícitas en los juzgados”.

Ni por los cerros de Úbeda
No se ha ido, pues, el exjuez, por las ramas ni por los cerros de Úbeda, localidad de la provincia de Jaén, no muy lejos de Torres, donde nació Garzón. Ha dicho en voz alta aquello que la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas intuían o sabían y, desde luego, querían leer o escuchar. Se siente “el último desterrado del franquismo”. Y es verdad.

Falange y Manos Limpias
También es verdad lo que afirma diciendo, “que mi condena se decidió desde el principio, cuando se admitieron a trámite las querellas en el caso de la memoria histórica de unos actores populares (Falange y Manos Limpias) que, cuando menos, dejan bastante que desear”.

El señor Marchena
Y sigue siendo verdad la encerrona del juez Marchena en torno al caso de Nueva York, “cuando ellos mismos (la sala penal del supremo y el Poder Judicial) lo habían cerrado.” “¿Por qué se mantuvo el procedimiento abierto si estaba prescrito? ¿O es que vino la iluminación del arcángel san Gabriel para el señor Marchena (instructor de la causa) y se dio cuenta dos años y pico después de estar prescrito? ¡Es muy fuerte!”

Trillo
Verdad es ciertamente, respecto al caso Gürtel, la consideración de Garzón de que era “el caso de corrupción de más amplitud y mayor incidencia en el mundo político y, además, afectaba a un partido que ahora está gobernando. La incidencia que eso pudo tener la viví porque hubo personas como Federico Trillo que, por encargo del PP, coordinaron ataques contras mí a todos los niveles y con clara incidencia en determinados sectores judiciales. A mí me han jodido, eso está claro. Me han quitado mi profesión, me han sacado fuera, pero voy a seguir peleando (…)”.

Regímenes totalitarios
Esta sentencia condenatoria, difundida por Garzón, debiera servir para que fiscales y jueces del Tribunal Supremo reabrieran de inmediato las causas judiciales que terminaron destruyendo la carrera del juez procesado y condenado. Garzón fue perseguido de forma inquisitorial al estilo “de regímenes totalitarios”. Garzón señala a algunos posibles culpables de semejante bochorno judicial con nombre y apellidos. Garzón continúa subrayando que se lo cargaron -entre otras razones infumables- para proteger a los acusados de Gürtel. Ese trabajo sucio lo hizo sobre todo Trillo por encargo del PP.

El caso Dreifus
Nos encontramos frente a un escándalo que salpica de pleno al Tribunal Supremo, con Marchena por en medio, a la cúspide del Partido Popular y al actual embajador de España en el Reino Unido, Federico Trillo. Esto no puede, bajo ningún concepto, quedarse archivado en el Supremo. El caso Garzón nos evoca el caso Dreifus en la Francia de finales del siglo XIX.

Están en entredicho
El honor de Dreifus fue rescatado tras un complot judicial contra este militar francés. ¡Haga lo mismo y cuanto antes el Tribunal Supremo! Es su honor, el de ciertos magistrados del Supremo, el que está en juego. La opinión pública española hace tiempo que viene defendiendo el honor de Garzón y exigiendo que sean investigados algunos jueces sospechosos de semejante affaire. Están en entredicho.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM