"Hay que tener mucho cuidado con las mujeres no abrazables", sostiene. Este experto en machismo rancio se rige por la máxima "mujer no acariciada, mujer airada" que atribuye a "un poeta". Sostiene, además, que Merkel -"que es una mujer", aclara en lo que pretende ser una ironía pero de muy mal gusto-, se esfuerza por ser "más hombre que todos los hombres con los que se reúne permanentemente".

Para corroborar su tesis de que no es una mujer abrazable vuelve a recurrir al insulto tildándola de "botijo": "El único que se atrevió a abrazar su botijo fue Sarkozy, y doña Ángela le hizo saber que no intentara la repetición en siguientes encuentros".

Según Ussía la culpa de la "catastrofe" que está viviendo España no son ni los mercados, ni los especuladores ni, por supuesto, la mala gestión de Rajoy. La culpa la tiene la piel de Merkel:

"Merkel carece de buena piel. Puede ser que le suceda lo mismo que a Miren Igueldomendi, una guapísima donostiarra de mi juventud tan abrazable como peligrosa. Tenía la piel tan áspera, que después de diez minutos de caricias, las manos del acariciador semejaban morcillas de Burgos, dicho sea sin perder el respeto que su memoria merece. En la ducha, según me confesó una tarde de marea baja mientras paseábamos por la orilla de la playa de Ondarreta, se frotaba el cuerpo con piedra pómez, y le duraba la pómez menos de una semana.

Ángela Merkel no es comparable del todo a Miren, por cuanto la Merkel muestra una piel lechosa y algo celulítica, pero la química no ha lugar en su epidermis.

Y esa circunstancia tan privada, es la que ha forjado su carácter. Y así nos va a todos los españoles. Una catástrofe".


No es la única mujer con la que se mete. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, dice que empezó a ver de otra manera a Arzalluz cuando abrazó a María Antonia Iglesias. "Aquel detalle de heroicidad bondadosa se me antojó bellísimo, y guardo en la memoria los pormenores del momento histórico".

¿Señor Ussía, a este paso, qué mujer te va a abrazar a ti?