Sin ninguna duda esta semana que termina se puede calificar como "la semana negra" de la Bolsa española. El Ibex, el ídice en el que cotizan las 35 empresas más importantes del país, se ha desplomado y ha perdido la barrera sicológica de los 7.000 puntos, lo que coloca la cotizición a niveles de  hace 3 años, cuando la quiebra y caída del gigante norteamericano Lehman Brothers provocó el mayor terremoto económico desde la Segunda Guera Mundial. Lo peor es que la caída del Ibex parece no tener fondo y se sitú en torno a los 6.700 puntos estaremos en los niveles de 2.003 (último año de Gobierno Aznar) lo que significaría que la economía española habría perdido lo ganado en toda una década.

La peor de los países desarrollados
La bolsa española es, a día de hoy y aunque vuelva a recuperar los 7.000 puntos, la que más valor ha perdido en los países desarrollados, de hecho hay una veintena de valores cuyas acciones valen menos de 1 euro. Pero lo más significativo es que mientras los mercados bursátiles de Estados Unidos, Alemania e Inglaterra mantienen una constante y lenta recuperación desde la caída de Lehman, el índice español continúa descendiendo en solitario.

Los números de la bolsa y  la prima de riesgo por encima de los 400 puntos básicos envían un mensaje demoledor e incustionable por mucho que el Gobierno y sus medios afines intenten disimularlo: el Gobierno de Rajoy no es creíble. Dicho de otra manera, los mercados, los inversores y los organismos internacionales piensan que Rajoy y su Gobierno mienten. Y han llegado a esta conclusión por errores garrafales cometidos  en los cuatro primeros meses de Gobierno del PP: el primero la rueda de prensa de la Vicepresidenta Primera asegurando que el déficit de 2011 era de un 8% y no el 6 comprometido con Bruselas. Su objetivo era un mensaje político de doble vía: Zapatero mintió y el anterior Gobierno un incompetente. Pero lo que se leyó en Bruselas, en la City londinense, en el Fondo Monetario Internacional y en los distintos gobiernos es que España mentía. Puede que el mensaje de Soraya Sáenz de Santamaría y del resto del Gobierno tuviera un efecto político interno (estábamos en campaña andaluza) pero el efecto económico fue devastador para todos el país y, por tanto, una irresponsabilidad. Luego vino el retraso de los Presupuestos, luego los malísimos e increibles Presupuestos que presentaron, luehgo las contradicicones entre los miembros del Gobierno, la rectificación de los propios Presupuestos por parte del Gobierno una semana después, elaborando "en una tarde" un recorte de 10.000 millones en sanidad y educación, etc, etc. En definitiva, para los inversores extranjeros el Gobierno de Rajoy no lo ha podido hacer peor.

Los inversores no se creen las cuentas prometidas por el Gobierno porque no creen que pueda poner orden en las Comunidades Autónomas, porque no ven como España puede aumentar sus ingresos con la economía en recesión y porque vamos camino de los seis millones de parados.