El PP aún no se ha recuperado del “chasco” electoral del 25 de marzo
en Andalucía. Desde su atalaya de la calle San Fernando, Arenas
contempló el fracaso de su estrategia para hacerse con el poder en
esta tierra y observó con claridad el éxito histórico de la
resistencia andaluza, una amplia mayoría de Izquierdas que fue capaz
de detener el avance de la derecha en España. Aquella noche afirmó:
“Hasta aquí hemos llegado”.

Los planes de Arenas se venían abajo, se desmoronaban, igual que se
han desmoronado las mentiras del PP antes y durante la campaña
electoral. Pero lejos de “bajar las armas”, Arenas ha decidido
convertirse en el “brazo ejecutor” de los recortes y la política
neoliberal del PP en Andalucía. Arenas quiere sacudirse la imagen de
perdedor y pretende hacer méritos ante sus superiores.

Lo que no han conseguido a través de las urnas, el PP de Arenas nos
los quiere arrebatar a la fuerza, con una ofensiva basada en continuos
ataques y agresiones a Andalucía.

De las mentiras, a las amenazas

La decepción y el rencor están guiando la actitud del PP respecto a
Andalucía desde el 25 de marzo. Suenan tambores de venganza y el
gobierno de Rajoy ha puesto en el punto de mira a esta tierra.

El presidente Griñán lo avanzó durante la campaña “somos un testigo
incómodo para el PP” y para un gobierno de tintes mafiosos la solución
está clara: La aniquilación. Tras la celebración de las elecciones del
25, el PP está envenenando su discurso con continuas falsedades sobre
las cuentas públicas andaluzas, acusándonos de falta de transparencia,
sin ningún fundamento.

De manera cobarde y despreciable en el día de ayer, un subordinado de
Montoro, ministro de Hacienda, deslizaba una amenaza velada contra
Andalucía, refiriéndose a la capacidad del Estado para intervenir
CCAA, lo que en caso andaluz, sería lo más parecido a un golpe de
Estado económico para hacerse con el control de Andalucía, después de
no haberlo conseguido democráticamente en las urnas.

Otro ejemplo que ha dado este gobierno “matón” ha sido el castigo a
las farmaceúticas que suscribieron la subasta de fármacos con la Junta
de Andalucía. Tras las presiones ejercidas por el Ministerio de
Sanidad a los laboratorios para boicotear el proceso, ahora llega el
tiempo de la venganza, imponiéndoles una bajada de precios.

En este contexto, el mejor servicio que Arenas podrían prestar a los
andaluces y andaluzas, sería precisamente asumir el resultado
electoral, comprender y aceptar lo que han decidido legítimamente los
andaluces y andaluzas, que sea un gobierno de Izquierdas el que lidere
el futuro de esta tierra, rechazando de plano los recortes sociales y
la pérdida de derechos que quería imponer la derecha.

Arenas debería ponerse del lado de Andalucía y exigirle a Rajoy que
abandone las armas, porque no es tiempo de abrir guerras sino de
forjar alianzas, mediante y el diálogo y el consenso. Pero para eso,
Arenas debe sobreponerse del “chasco” del 25 de marzo.

Por cierto, que en el diccionario de la RAE, junto a la acepción de
“chasco” (Decepción que causa a veces un suceso contrario a lo que se
esperaba), aparece una frase muy apropiada como ejemplo, “Buen chasco
se ha llevado Mariano”. Propongo desde aquí un leve cambio para que la
frase refleje con mayor claridad el estado al que hace referencia.
Podría quedar así, “Buen chasco se ha llevado Javier”.