En medio de la indignación colectiva frente a la denominada reforma laboral y la amnistía fiscal, Artur Mas emergió hace unos días y manifestó claramente su apoyo al presidente del actual Gobierno de España. Pero Ortega, su segunda de a bordo –que afirma no ser independista-, procura ir abriendo caminos a los soberanistas, aunque sea vulnerando la legislación vigente.

El Partido Popular, con Mariano Rajoy de líder, montó una gresca abominable, de las de Dios  es Cristo, con motivo del Estatut. Pero Mas y Rajoy han perdido de forma deliberada la memoria y se olvidan de lo que fue aquello y miran cínicamente hacia otro lado. Es bien sabido, sin embargo, que la pareja Rajoy/Mas -a la que habría que añadir en dimensión triangular a Alicia Sánchez-Camacho, la  jefa del PP catalán- está en plena luna de miel.

¿Conseguirá Rajoy que CiU y PNV le auxilien cuando –como apunta El País en su portada- nos encontremos “ante medidas tan impopulares [como] subida de impuestos, recorte de gastos y perdón a delincuentes fiscales?”  Al paso que vamos, no parece imposible que esto suceda. En Cataluña, la Generalitat –dado que CiU no obtuvo mayoría absoluta en las elecciones de noviembre de 2010- se mantiene sin descarrilamientos peligrosos gracias al PP. En Euskadi, al PNV le sobra el PSE y los comicios vascos no están lejanos.

Los nacionalistas españoles (el PP) y los nacionalistas catalanes (CiU y otros menores) sí que tienen un vínculo muy sobresaliente y bastante inamovible. Los dos partidos son –con mayor o menor intensidad- conservadores y, en estos últimos años, les encanta el neoliberalismo.

Jugar a la banderita “tú eres gualda, banderita tú eres roja” distrae a los viejos nostálgicos que sueñan con la zarzuela llamada Las Corsarias. Es como jugar a bailar sardanas con barretina y envueltos en la bandera estelada. O sea, que no tomen más el pelo al personal. A estos secesionistas catalanes y patriotas españoles no les mueve la bandera. Lo que sí les importa es la cartera.