Rajoy debe a dos personas, a Arenas y a Camps, haberle ganado la batalla a Esperanza Aguirre y ambos han terminado en una situación delicada. Para Rajoy, Camps es un permanente dolor de cabeza y no puede permitirse lo mismo con el líder del PP andaluz. Solo hay algo obvio: Arenas no puede volver a ser candidato a la Junta andaluza, seria de chiste, pero eso no quiere decir que tenga que dejar el liderazgo ‘popular’ en Andalucía. Al menos de momento y mientras se le busca destino en Madrid.

Desde que Dolores de Cospedal gano por mayoría absoluta en Castilla La Mancha su ambición de poder se hizo indisimulable y eso comenzó a irritar a algunos y preocupar a otros en el cuartel general popular de la madrileña calle Génova. Pero  para situarse en el mapa pepero conviene recordar algunos hechos relevantes.

Nos retrotraemos a 2008, tan solo hace cuatro años, Rajoy acaba de sufrir su segunda derrota electoral frente a Zapatero, está debilitado internamente, le atacan incluso algunos buques insignia de la derecha mediática (El Mundo) y Esperanza Aguirre da la batalla por el liderazgo. Llega el congreso de Valencia y Rajoy gana gracias a dos "barones" territoriales clave: Camps y Arenas. Y redondea la jugada nombrando secretaria general del partido a Cospedal, que ya no era consejera del gobierno Aguirre. Se escenificaba así que la presidenta madrileña no solo no tenía el apoyo mayoritario del partido, sino que encima contaba con traidoras" dentro.

Rajoy premia a Cospedal con la candidatura a presidir Castilla-La Mancha, donde todo el mundo daba por perdedor a Barreda. Y gana por mayoría absoluta. Empiezan las primeras fricciones internas porque no pocos dentro del partido piensan que compaginar una Presidencia autonómica con la secretaria general del partido a las puertas de unas generales es demasiado complicado. Cospedal se empeña y Rajoy aplaza "la cuestión " al siguiente congreso, al que se celebrara después de las elecciones generales.

Cospedal, Rajoy y Arenas, en el Congreso de Sevilla (Foto: PP)



Sevilla: Cospedal se queda con el cargo pero sin poder
La presidenta castellanomanchega quiere seguir siendo la numero dos en Génova. Consciente de que no puede ser vicepresidenta del Gobierno, que es lo que le gustaría, sino puede ser la numero dos del Gobierno no está dispuesta a renunciar a ser la numero dos del partido. Ha cometido ya algunos errores, como quedarse a vivir en Madrid sin pisar casi su despacho de Toledo, comprarse una mansión en Toledo (un Cigarral en la Mancha es el equivalente a un cortijo andaluz), o ir a todas partes acompañada de su marido al que convierte en asesor en la sombra y que incluso provoca problemas de protocolo.

Pero en el congreso que celebra el PP en Sevilla el pasado mes de febrero le recuerda a Mariano Rajoy que ella se lo jugó todo por él frente a Esperanza cuando todos le daban por muerto. Y Rajoy le da de nuevo la Secretaria General, pero limita sus fuerzas, su poder y su círculo ampliando el espacio a los seguidores de Arenas y de Pons.

El enfrentamiento entre Javier Arenas y Cospedal se hace evidente en este congreso, cuando los periodistas escuchaban atónitos a los asesores de Cospedal arremeter contra Arenas y los suyos. Todo era "off de record" y a ver quién era el guapo que se atrevía a contarlo con un PP victorioso y arrollador. Como pasa siempre, la realidad no puede ocultarse por mucho tiempo. Pero Cospedal no es ni querida ni admirada en su partido. Es cierto que ha arrebatado al PSOE uno de sus feudos, pero su gestión como presidenta castellano-manchega no está siendo perfecta, entre otras cosas porque gobernar una Comunidad Autónoma desde Madrid es difícil , y sobre todo poco presentable, y porque está más preocupada de controlar Génova y acaparar poder interno que por ser presidenta autonómica.

Aparentemente la victoria inútil de Arenas le da fuelle, pero no hay que olvidar algo fundamental, en el Partido Popular no hay primarias y quien te pone te puede quitar. Mariano Rajoy, igual que la puso de número dos en el partido, la puede detituir y "desterrarla" a Toledo. El presidente del Gobierno no tiene tiempo para ocuparse de los asunto de partido, acosado como está por Bruselas y su "amiga" Merkel, pero pocas bromas que Mariano no quiere más líos de los que tiene. Y si hay que buscarle hueco a Javier Arenas en Madrid, ojito.

Soraya y Cospedal
Las ambiciones de poder de Cospedal auguraban lo que ha pasado: las tiranteces con Soraya Sáenz de Santamaría han llegado a un punto sin retorno. Aparte de ser las dos mujeres más poderosas del PP, con permiso de Esperanza Aguirre, sus carreras políticas no tienen nada en común.

Soraya Sáenz de Santamaría es, por encima de todo, fiel a Rajoy. Por encima de cualquier ambición política personal mientras Mariano sea presidente del Gobierno, luego ya veremos. Cospedal siempre tuvo ambición política propia, jaleada por su polémico marido Ignacio López del Hierro. Soraya sigue viviendo en su piso de siempre en Madrid, Cospedal se ha comprado un cigarral. El marido de Soraya es abogado del Estado y tiene un curriculum impecable, el de Cospedal es un empresario sancionado en una ocasión por la CNMV. El marido de Soraya ha fichado por una empresa privada (Telefónica), Cospedal quiso colocar al suyo en una controlada por el Gobierno, Red Eléctrica , al mismo tiempo que ponía a su hermano a presidir la Fundación Carolina, dedicada a actividades culturales y de mecenazgo en el exterior y cuya presidencia de honor ostenta nada menos que el Rey. Ambos han tenido que renunciar por el escándalo.

Ese ha sido el nuevo error de Cospedal, intentar colocar sin disimulo a sus peones o fieles escuderos en puestos de poder. A la vicepresidenta del Gobierno sólo se le puede reprochar que no aquilatara el momento del fichaje de su marido en Telefónica, si sabían al menos un año antes de las elecciones que iban a ganar ¿Por qué no se hizo antes?

En definitiva, al presidente del PP y presidente del Gobierno se le complican las cosas en casa. Y no hay nada que jorobe más que tener un "lío fenomenal" en el trabajo para encima llegar a casa y encontrarte con peleas, recriminaciones, exigencias y malas caras. Esto apunta a culebrón.