Así de dura se presenta la batalla por la segunda oleada de fusiones bancarias en España tras la de las cajas de ahorros. Hasta ahora no habían entrado los bancos grandes y las cajas de mayor tamaño se han mostrado reticentes a las fusiones, excepto en el caso de Caja Madrid, que por necesidades de guión político tuvo que liderar una operación con Bancaja y unir así a dos grandes con problemas inmobiliarios en dos comunidades del PP (Madrid y Valencia).


Intereses políticos
Durante las últimas semanas han abundado las quinielas y los rumores, que los hay para todos los gustos, aunque las grandes decisiones, según fuentes del sector consultadas por ELPLURAL.COM, ya están tomadas. En unas ocasiones priman los intereses estrictamente económicos, mientras que en otras se mezclan con la búsqueda de metas políticas. En todo caso, el mapa que tiene diseñado el Gobierno rompe definitivamente la estructura territorial de las cajas.


Banco catalán
Una de las primeras fusiones de las que se habló era la posible unión de Caixabank (el banco creado por La Caixa) con Catalunya Banc (el banco de Catalunya Caixa). Sin embargo, esa fusión ha sido torpedeada desde el principio. Las razones han sido distintas según desde dónde partiera el torpedo. Para el anterior gobierno socialista el mayor problema era el alto coste en número de despidos que habría tenido esta operación debido a la coincidencia de redes comerciales. Para el actual Ejecutivo, además de esa razón económica, existe otra: impedir la creación de un gran banco catalán con sede en Cataluña, con accionistas catalanes y negocio en toda España.


Caixa-Bankia
La solución encontrada y que parece que triunfa en todas las quinielas es la fusión de Caixabank con Bankia (el banco creado por Caja Madrid, Bancaja y otras cinco cajas pequeñas). Con ello se diluye el poder catalán en el que sería el banco español con mayor volumen de negocio en España, aunque también tendría un coste importante de reducción de oficinas por la coincidencia de redes comerciales. Habría un choque de trenes entre los presidentes de ambas instituciones, Isidro Fainé (Caixabank) y Rodrigo Rato (Bankia), aunque parece que ambos están resignados a entenderse.


BBVA y Catalunya Banc
Para Catalunya Banc, atrapada en el sector inmobiliario y con muchas posibilidades de verse obligada a reducir su negocio para tapar agujeros, había que buscar una solución. Sus 75.000 millones de activos le vienen bien a cualquiera de los grandes para subir su tamaño, sobre todo si se tiene en cuenta que la intención del Gobierno y del Banco de España es que, salvo excepciones muy pequeñas, tras esta segunda ola de fusiones no queden en España bancos o cajas con menos de 150.000 millones de activos. Las llamadas parece que están hechas ya y será el BBVA quien la absorberá.


Más años de presidencia
Además, el presidente de este último banco, Francisco González, había vuelto a cambiar los estatutos recientemente para otorgarse cinco años más de plazo para jubilarse definitivamente y dejar el poder. Con ello cerraba el camino a Rodrigo Rato en una hipotética fusión con Bankia, de la que no sólo ha hablado insistentemente el sector financiero, sino que ha sido motivo de conversaciones en los pasillos del PP primero y del Gobierno después, una vez que Mariano Rajoy ganó las elecciones generales.


El Santander
El único grande que quedaba fuera era entonces el Santander. Pero para él parece destinada la fusión con Novagalicia Banco (el banco de Novacaixa Galicia), cuyos 71.000 millones de activos también harán crecer su volumen de negocio en España, aunque la verdad es que al equipo de Emilio Botín le preocupa más ahora consolidar su negocio en el extranjero que es el que le asegura los beneficios.


Ibercaja
Y tras la fusión del Popular con el Pastor y la absorción de la CAM por el Sabadell solo quedaban descolgadas con volúmenes de activos muy por debajo del límite mínimo impuesto Ibercaja y Banca Cívica. La fusión entre ambas, de la que se viene hablando hace tiempo, tiene el inconveniente de que hecha así, directamente, supondría juntar a Banca Cívica (70.000 millones de activos) con Ibercaja (45.000 millones) en un nuevo banco en el que Ibercaja no renuncia a tener mucho poder. Para lograrlo, una solución es que esta caja aragonesa se una antes con UNIM, otra de las fusiones previas catalanas y lograr entonces un tamaño parecido al de Banca Cívica.


Un mes de presión
El panorama, pues, se mueve y mucho. Como dicen los banqueros cuando se les pregunta en las últimas semanas, “todos hablan con todos”. La fecha también está clara ya, lo que hace de este febrero un mes especialmente importante para el sector financiero español, al que le va a cambiar la fachada antes del verano.