Intentando alejarme de sentimentalismos, efectismos o actitudes melodramáticas, no puedo evitar hablar de un vídeo que vi hace unos días que me conmovió, y que está conmoviendo al mundo. Se trata de la historia de un chico iraquí, Emmanuel Kelly, quien tuvo la suerte de ser encontrado junto a su hermano bajo unos escombros en zona de guerra, ambos con los miembros mutilados, con los cuerpos de pocos meses de vida destrozados y metidos en una caja de zapatos. Tras una estancia en un orfanato iraquí, una mujer australiana les acogió y les costeó las operaciones que necesitaban con urgencia.

Finalmente, esa maravillosa mujer australiana, Moira Kelly, les adoptó y consiguió con su empeño, su esfuerzo y sobre todo con su amor, darles a estos niños la posibilidad de vivir una vida enmarcada en el afecto, en la superación, la alegría y el amor. A día de hoy Emmanuel es un joven estudiante y feliz aspirante a hacer realidad su gran sueño: ser un gran cantante profesional. Su historia personal ha salido a la luz por su participación en el programa australiano X Factor, que aspira a reconocer a jóvenes talentos de la música.

La importancia de esta historia no es esta historia en sí, es la historia de muchos miles de personas inocentes que murieron, o que han vivido las grotescas consecuencias de un aberrante genocidio. La importancia de la historia de Emmanuel es el horror humano que sigue a las macabras decisiones políticas de algunos hombres que, en el poder, son capaces de asolar el mundo. Porque la decisión infame de tres hombres de Estado, Bush, Aznar y Blair acabó con un país, con más de un millón de vidas civiles, y con las ilusiones, grandes o pequeñas, de millones de personas, muchas de ellas niños. Las supuestas “armas de destrucción masiva” no estaban en Irak, como quedó demostrado, estaban realmente en el cerebro de los políticos que tramaron y justificaron la guerra y de los siniestros intereses que defendían.

A pesar de sus cuerpos mutilados y deformados, Emmanuel y su hermano fueron muy afortunados, encontraron en su madre adoptiva el amor que les salvó. Pero ¿cuántos niños bajo los escombros no tuvieron la suerte de ser encontrados?, ¿cuántos niños encontrados y en orfanatos no fueron rescatados por una amorosa madre adoptiva?, ¿cuántas vidas fueron destrozadas?, ¿cuántas ilusiones y cuantos sueños no llegaron nunca, si quiera, a tomar forma? Debería escandalizarnos que los políticos responsables de estas barbaries nos hablen después de "valores"; ¿de qué valores nos hablan?

Muchas personas siguen esperando que algún día, en algún tribunal internacional, se juzgue a los responsables de los hechos que están en el origen de esta historia humana. De momento, el partido que lideraba el señor Aznar está cerca de conseguir, probablemente, gobernar de nuevo España. A día de hoy gobierna en algunas comunidades autónomas, comunidades en las que se está viviendo un macabro recorte en los servicios sociales y en los derechos humanos; se está despreciando los derechos de todos a favor de los privilegios clasistas de unos pocos… ¿Cómo nos puede extrañar?

Por mi parte, además de conmoverme con la historia de Emmanuel, además de alegrarme infinitamente por su coraje y por el amor que le ha impulsado a superar su gran tragedia personal, no me gustaría que en mi país volviera a gobernar la gente que apoyó el genocidio que destrozó el cuerpo de este chico, y la vida de tantos otros.

No me gustaría que volviera al poder un gobierno que hace primar los intereses de la voracidad y la corrupción neoliberal por encima de los derechos ciudadanos y colectivos. No me gustaría que tomaran las riendas del país unos políticos que ignoran el valor de lo humano, que están al servicio del dinero, unos políticos inmorales que hablan de valores cuando sus valores, en realidad, nada tienen que ver con la moral, sino sólo con dogmas.

Coral Bravo es Doctora en Filología