El profesor Emilio Lledó señaló en una de sus obras que resultaba preocupante la “creciente invitación a la desmemoria” en nuestra sociedad. La memoria colectiva se construye con celebraciones, monumentos o fechas significativas que contribuyen a la formación de una memoria cultural de la historia de un país. Si hay un periodo de nuestra historia que ha sufrido verdadera marginación en este sentido, ha sido el de la II República española de 1931-36, si bien en los últimos años profesores, investigadores e historiadores hemos asumido la necesidad de mantener viva esa memoria republicana entendida como una forma de responsabilidad en el sentido en que lo expresó Saramago: “Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos, sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”.

La forma de actuar está marcada, entre otros ejemplos, por lo señalado por Georges Sträter al estudiar el monumento a Guillermo II en Alemania: “De manera semejante a como la memoria personal utiliza señales, también la memoria cultural se vincula a determinados puntos de sujeción que, en tanto puntos de experiencia colectiva aislada, pueden proporcionar sentido en el presente. Pero, para ello, tienen que integrarse en los discursos de recuerdo de los respectivos ciudadanos mediante las prácticas sociales, lo que en los monumentos sucede a través de formas de recepción ocasionales y rituales, como, por ejemplo, en las celebraciones con motivo de aniversarios”.

Ese planteamiento metodológico entiendo que ha sido el seguido por la Junta de Andalucía a la hora de decidir la creación de lugares de memoria histórica, lo que no es sino una adaptación de lo que la historiografía y sociología francesas ha denominado desde hace tiempo como “lieux de mémoire”. El Partido Popular ha adoptado una postura que se podría resumir en que es lo de siempre, es decir, se siente incómodo con la aceptación de una parte de nuestro pasado colectivo, el del golpe de estado contra la legalidad republicana y la posterior dictadura franquista, y recurre a las afirmaciones de que remover esos asuntos no es el interés primordial de los ciudadanos andaluces, más preocupados por cuestiones vitales entre las cuales destacan las tasas de paro, como si el estar preocupado por una cuestión fuera incompatible con el interés por la otra.

Son afirmaciones que hemos visto en boca de distintos dirigentes, inclusive el flamante alcalde de Córdoba. Todos ellos parecen olvidar que el Estatuto de Autonomía obliga a los poderes públicos a la promoción del conocimiento, investigación y difusión de nuestro patrimonio histórico (art. 10.3.3º) y que todos los andaluces tenemos reconocido el derecho al libre acceso y conocimiento de nuestros bienes patrimoniales (art. 33), entre los cuales se encuentran, como no podía ser menos, los lugares de memoria. Las actitudes derechistas se mantienen vivas en el seno del PP, de ahí su resistencia al reconocimiento de parte de nuestro pasado, lo que no representa sino una forma de ignorancia de la necesidad de incorporar nuestra historia a nuestra propia vida. Lo expliqué hace tiempo en otro lugar al recurrir a unas palabras  de Antonio Machado en su “Juan de Mairena”, esclarecedoras en cuanto a la manera en que nuestro pasado, aunque no haya sido una experiencia personal puede entrar a formar parte de nuestra memoria, y lo mismo que ocurre con lo personal, con lo individual, puede pasar con lo colectivo, con lo común. El relato de Machado era el siguiente: “Otro acontecimiento, también importante, de mi vida es anterior a mi nacimiento. Y fue que unos delfines, equivocando su camino y a favor de marea, se habían adentrado por el Guadalquivir, llegando hasta Sevilla. De toda la ciudad acudió mucha gente, atraída por el insólito espectáculo, a la orilla del río, damitas y galanes, entre ellos los que fueron mis padres, que allí se vieron por primera vez. Fue una tarde de sol, que yo he creído o soñado recordar alguna vez”.

El PP debería dejar de mirar a tanta gaviota escorada a la derecha y fijar su vista en el juego de los delfines, que es del recuerdo y el de la memoria, entendidos como un compromiso con nuestra historia y como una forma de respeto a los derechos de los ciudadanos.

* José Luis Casas Sánchez es Profesor de Historia