“La izquierda oculta que el asesino es masón”, se leía en La Gaceta. Grandiosa exclusiva. Premio Pulitzer para Carlos Dávila, director del diario de Julio Ariza. “Los masones son los culpables”, bramaban los falangistas en la España de Franco. El Generalísimo siempre apuntaba contra los enemigos de su España: masones, rojos, comunistas y tontos útiles o compañeros de viaje. El asesino de Oslo Anders Behring Breivick, sin embargo, se hacía pasar, en el mejor de los casos, por un fundamentalismo cristiano. En su web se vanagloriaba de ser “cazador de marxistas”. El abogado que lo defiende, Lippestad, es un letrado que acostumbra a respaldar a sus clientes que mayoritariamente son nazis.

Al sol del amarillismo
Pues bien, ni aun así, Dávila da su brazo a torcer. En el editorial subrayó que “se hace muy difícil distinguir la derecha de la izquierda porque su rasgo predominante es el desprecio de las libertades y su burla de la democracia, caracteres que los identifican como grupos antisistema antes que de ningún otro modo” Y otro brindis al sol del cinismo o del amarillismo: “Tampoco sería la primera vez que los fanatismos se aliasen contra un enemigo común ni que nazis e islamistas compartiesen objetivos.”

¡Menuda jeta!
O sea, que este periódico, escorado hacia la extrema derecha, tiene notables dificultades a la hora de pronunciarse sobre quién o quiénes fueron, en términos políticos, los autores de la masacre noruega. ¡Menuda jeta! Y, en cambio, no le costó nada, pero que nada, a Dávila aprovecharse de los asesinatos habidos en Noruega para volver a su obsesión y a la del PP en general de liquidar a Rubalcaba. He aquí la frase contra el candidato del PSOE: “Algunos parece que no aprenden y tratan de seguir sacando ventajas políticas del crimen. Así, Rubalcaba lamenta especialmente que las víctimas sean socialistas”.

“Un tipo como él”
Únicamente un tipo como él es capaz de reprochar a Rubalcaba que lamentara que muchas de las víctimas eran compañeros y compañeras de ideología y de partido. Y eso, por lo visto, le parece mal a Dávila, probablemente uno de los pocos periodistas en España que, a estas horas, se resiste a reconocer que el matón noruego se mueve en el territorio de la extrema derecha, que es la segunda fuerza política a día de hoy en ese país nórdico.

Modelo Badalona
Este monstruo exterminador, antes de empezar su genocidio, acusó por Internet a Zapatero de haberse rendido ante el Islam. También resaltó que el Gobierno socialista español llegó al poder gracias a Al Qaeda. ¡Ojo!, partidarios acérrimos de que no fueron los terroristas islamistas los autores del 11-M, deberíais explicarle al asesino de Noruega que no se equivoque, que fue ETA. Por lo demás, las teorías más sobresalientes de semejante malvado se parecen a la xenofobia existente en España, en buena parte instalada ahora por el PP a través del modelo Badalona.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM