El Instituto Nacional de Estadística nos informa de que un sueldo normal en España ronda los 15.000 anuales. Sin embargo, también conocemos en estos días cómo los políticos venden como un guiño hacia las clases trabajadoras su mísera bajada de sueldos. También estamos atendiendo, estupefactos, a subidas de salarios de alcaldes y al despilfarro municipal de ayuntamientos con más tenencias de alcaldía ahora que en el anterior mandato.

Es comprensible que una gran parte de la sociedad sienta que sus aspiraciones, necesidades e intereses están muy por debajo y muy alejados de los representantes políticos. Por ejemplo, el alcalde de Mollet del Vallès, en Barcelona, que esta mañana anunciaba que ganaría un 32% más, pasando de 59.000 euros a 78.000, finalmente, sólo se lo subirá un 10%, hasta los 65.000. ¡Qué bondad! ¡Y es socialista! CIU y PP pactaron con el PSC tal subida. Gente así hacen daño a la izquierda y difícilmente pueden ser de izquierdas. El pueblo tiene 52.000 habitantes.

Huelva
Un poco más cobrará el alcalde de Huelva, del PP, 150.000 habitantes: casi 68.000 euros. Otro que tal baila y así anuncia la rebajita: “Me lo bajo”, algo incierto, porque no lo hace motu proprio, sino que está obligado a hacerlo, en función de lo que pactaron los partidos políticos con representación en la FAMP para el mandato que arranca. En Huelva es además donde vemos que de 14 concejales del PP en el Ayuntamiento (27, en total), nueve son tenientes de alcalde, lo que quiere decir que cobrarán más que si fueran concejales. Eso es llevárselo calentito innecesariamente.

Desfase
Si el sueldo medio en España es de 15.000 euros y los representantes municipales, los políticos más catetillos, cobran más de 10 millones de pesetas al año, ¿no estamos ante un desfase entre realidad/mundo político? ¿Cómo puede, pues, comprender los problemas de quien gana menos de 20.000 euros una persona que está por encima de 50.000?

No se trata de decir que hay chorizos, pues ese no es el problema: muchos políticos que ostentan cargos importantes han pedido en sus respectivos puestos de trabajo, muchos de ellos públicos, excedencia, por lo que no podría decirse que están en política porque no tienen donde trabajar. El problema es otro: hemos llegado a un momento en el que la democracia ha permitido que los representantes públicos de todos los partidos políticos se suban el sueldo desorbitadamente, gente que está haciendo daño al sistema, desacreditando la política y su utilidad, dando argumentos a los enemigos de la democracia contra ésta, cuyo populismo siempre se verá reforzado por algo que es obvio: los “representantes” públicos que cobran cuatro, cinco o seis veces más que el pueblo ni es como el pueblo, ni siente como el pueblo ni padece como el pueblo.

Es normal que haya quien pueda decir que son unos golfos. Con 25.000 euros (casi 1.800 euros al mes en catorce pagas), ¿no se puede gobernar un ayuntamiento o una diputación? Yo cobro tarde y unos 1.200 euros y trabajo algunos domingos y festivos. Tengo amigos que ganan 700, 900, 1.000. Otro llega a las 1.400, pero a base de no tener vida. Todos tenemos formación universitaria y trabajamos en puestos adecuados a nuestro nivel. Otros están en paro directamente. Todos tenemos miedo, incertidumbre (bonita realidad nos legan). No me imagino yo a uno de estos enchaquetados apañándoselas cada mes con tales miserias, pagando más de la mitad del sueldo en hipotecas o alquiler (¡no pretendan que vivamos debajo de un puente!).

Daño a la democracia
O se pone fin a esos desmanes o la política democrática (atención a las consecuencias) cavará su propia tumba. La soga la tienen en el cuello las clases trabajadores. Todavía no he visto el menor atisbo de cambio verdadero en quienes han de liderarlo y luchar porque se haga efectivo.


* Ígor R. Iglesias es periodista y lingüista


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