Al margen de toda legalidad. El fanatismo y la capacidad asesina demostrada de Bin Laden no justifican un comportamiento villano y rufián por parte de quienes se dicen defensores de la libertad y la democracia. La legitimidad de tal operación concierne a EE UU y a Pakistán, que oficialmente ha dado el visto bueno ante la prensa internacional a través de un comunicado. Sin embargo, es de todas las maneras ilegal e inmoral deshacerse de un cadáver en pleno mar. Resulta extraño este modo de proceder: se me ocurre que todo es mentira y, sobre todo, cuando la única imagen difundida es un montaje del Photoshop.

Se puede argumentar que de este modo se preserva la seguridad estadounidense, pues el cadáver de Bin Laden en territorio norteamericano o expuesto como trofeo en el propio Pakistán, lo que puede convertirlo también en mártir, puede levantar a las masas en tanto que una imagen tiene más poder que las palabras en un mundo altamente mediático. Sin embargo, este manera de proceder, de tirar cadáveres por la borda tras una operación militar autorizada por ambos países, es propia de rufianes, ya que la legalidad y la democracia nos obliga a actuar con cautela y preservando el derecho a la presunción de inocencia de todo hombre (si queremos ser coherentes con nuestras leyes).

Estoy convencido de que Bin Laden es responsable de todo lo que se le acusa. Él nunca lo ha negado y siempre ha alardeado de ello, provocando a los suyos, exhortándolos para que siguieran por ese camino sanguinario. Sin embargo, esto no justifica que este tipo de personas (y hablo también de las que están ilegalmente recluidas en Guantánamo, detenidas ilegalmente y torturadas allí y en otras partes del mundo por los EE UU) hayan de ser sometidas a un trato que nuestras leyes no sólo no contemplan, sino que además sancionan.

No se puede defender la democracia con comportamientos antidemocráticos. ¿Qué es eso de arrojar un cadáver al mar? ¿Qué legalidad ampara eso? ¿Por qué lo arrojaron al mar, si la operación se produjo en tierra firme?

Se nos habla de la imposibilidad de haberlo capturado con vida. No pongo en duda ello: en una operación militar puede haber víctimas mortales. Sin embargo, deshacerse de un cadáver ni es ético ni es legal ni es razonable.

Dice Obama que “se ha hecho justicia”. A mí me hubiera gustado ver sentado a Bin Laden en un tribunal internacional y, en función de las pruebas (siempre atendiendo al Derecho), ver cómo lo condenan y lo recluyen en una prisión tras un juicio justo, lo que sí hubiera dicho mucho en favor de occidente y, especialmente, de EE UU, cuyo descrédito es total en una ciudadanía que mira con recelo las afirmaciones de los dirigentes políticos norteamericanos en este y otros órdenes.

No se puede ser el adalid de la democracia y la libertad y saltarse a la torera la legalidad internacional. O sí, porque ningún país de los que presumen de democracia criticará a EE UU por haberse deshecho del cadáver. Con decir que lo han hecho según el rito islámico les basta. Son los señores del mundo y hacen y deshacen a su modo y cada vez que lo hacen la pelota les rebota en la cara. Al carajo la alianza de las civilizaciones de la ONU y la legalidad internacional...

Los periódicos españoles han usado el mismo verbo en sus titulares respectivos: EE UU “mata” a Bin Laden (vid. El País, Público, El Mundo, ABC y La Razón; tan sólo La Gaceta ha usado el verbo morir: Bin Laden “ha muerto”). Hay una diferencia abismal entre matar y capturar. Por una vez, estoy de acuerdo con el Vaticano (a pesar de que no hay una condena expresa sobre la vil acción de deshacerse del cuerpo de un hombre muerto) desde donde se ha dicho que “ningún cristiano puede alegrarse de la muerte de un hombre”, a pesar de que el mundo occidental, tan seguidor de Cristo y que se dice muy diferente del proceder de muchos musulmanes, hoy ha sacado banderas a la calle, ha cantado y ha gritado de alegría. Es la misma estampa que la que nos muestran los telediarios cuando las víctimas son de este lado y algunos exaltados vitorean el triunfo basado en la muerte. Sin embargo, a éstos culos blancos hoy, que hoy se alegran de la muerte de un hombre, no los llamamos radicales.

*Ígor R. Iglesias es periodista y lingüista

http://igoriglesias.wordpress.com