Las conversaciones telefónicas de unos y otros de los sospechosos corruptos - autorizadas por el juez valenciano Luis Manglano- resultaban letales para los implicados. En aquella época, los populares estuvieron en un tris de desaparecer de hecho como principal fuerza política de la oposición. Pero se salvaron gracias a una cuestión estrictamente formal, según la interpretación judicial del Tribunal Supremo, respecto a las mencionadas conversaciones telefónicas.

Bombardeado brutalmente
Cuando Baltasar Garzón fue bombardeado brutalmente, mediante una maniobra tejida por la derecha política y judicial, hasta el extremo de que, por arte de Birlibirloque, fue acusado ante el Tribunal Supremo de tres delitos prácticamente a la vez -algo sin apenas precedentes y que más bien parecía un cruel linchamiento- sostuvimos en ELPLURAL.COM que se trataba de una actuación deliberada. Se buscaba con ansiedad desacreditar ante la opinión pública al juez más célebre de España y probablemente del extranjero.

“Muerto el perro…”
¿Y ello por qué? Porque “muerto el perro, se acabó la rabia”. Es decir, que el mensaje a la ciudadanía estaba muy bien planificado. Casi desactivaba de un tirón el caso Gürtel, argumentando que cómo puede ser creíble semejante asunto, si el juez instructor podía terminar sentenciado por sus propios colegas, a causa del delito de avalar determinadas conversaciones telefónicas que vulneraban la legislación vigente. Evocamos -desde ELPLURAL.COM y con insistencia- el caso Naseiro, acerca del cual el silencio generalizado constituye otro importante error del PSOE. Al PP, claro, le venía de maravillas el mutismo. Al PSOE, no.

Manipulado retrato
Hemos de subrayar que, a la vista de la situación, no nos equivocamos. Con el agravante de que, aparte del supuesto delito de las conversaciones telefónicas, Garzón delinquió presumiblemente pidiendo la investigación de los crímenes del franquismo y delinquió también en un inventado affaire de malversación económica. Manipulado retrato de Garzón a los efectos de masacrarlo. Es un mal juez que aprueba ilegalmente conversaciones telefónicas. Es un rojo visceral, dispuesto a reabrir la guerra civil. Y, por último, es además un truhán estafador.

Montaje evidente
Asistimos, pues, a una conspiración, o montaje evidente, de la derecha genovesa, incluida –recordemos- la Falange y los de un sindicato inexistente que se autodenomina manos limpias y que hace siempre, desde hace muchos años, el trabajo sucio de los conservadores. Asistimos asimismo al bochorno de que el juez instructor Garzón sea juzgado antes que los corruptos de la trama Gürtel. Conviene no olvidar, en todo caso, que el caso Gürtel se cobró ya la cabeza de Mariano Fernández Bermejo, ministro de Justicia, en un gesto de debilidad increíble por parte del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

Legítimo asco
El PP pretende que se repita en lo fundamental la absolución –objetivamente injusta- del caso Naseiro por decisión del Supremo. Ha movido las piezas adecuadas y, de pronto, nos hemos encontrado a Garzón convertido por la derecha en un delincuente. La persecución a la que se ha tenido que someter el juez es un hecho ominoso que sólo contribuye al desafecto ciudadano en relación con la Justicia. Y contribuye también a que la gente de a pie constante con legítimo asco que no todo son iguales ante la ley. El PP -que no ha colaborado en el caso Gürtel con la Justicia, sino todo lo contrario- intenta lo más difícil todavía. Y, por ahora, va ganando. ¿Hasta cuándo, Sr. Rajoy, continuará usted bendiciendo a los imputados de la Gürtel, como ha hecho vilmente en Valencia, mientras deja que sus voceros ataquen vilmente a Garzón?

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM