Hace sólo unos días Madrid acogía la octava edición de RootedCON, un congreso de seguridad informática que atrajo hasta la capital a hackers de 'sombrero blanco' de toda España y de otros países. En un mes, otro acontecimiento, Mundo Hacker Day 2017, volverá a poner esta materia en el centro del interés informativo. Con certeza, aunque de puertas para adentro, en ambos eventos se ha hablado y se hablará de lo que está ocurriendo en los últimos meses en EEUU con las relaciones de su controvertido presidente, Donald Trump, y Rusia.   

Sin embargo, desde este miércoles tienen otro motivo para referirse al asunto porque el Departamento de Justicia de aquel país, el equivalente al Ministerio de Justicia español, ha dado un paso nunca visto antes. La decisión tiene que ver con un episodio ocurrido hace tres años y que permitió a muchos internautas percatarse de lo vulnerables que somos al utilizar red de redes. Se trata del robo por parte de piratas informáticos de los datos de millones de usuarios de Yahoo. La justicia norteamericana, en una medida sin precedentes, ha acusado de forma directa a espías rusos de estos ataques cibernéticos.

Si los integrantes de las nuevas generaciones reciben ya el calificativo de 'nativos digitales' por su conectividad desde el nacimiento, también en esta nueva etapa de las relaciones bilaterales entre EEUU y Rusia se podría hacer una traslación en el tiempo hasta el punto de preguntarse si esta acusación es el primer episodio conocido de la nueva 'guerra fría cibernética'.

Dos espías y dos hackers

Según se ha sabido, los acusados son Dmitry Dokuchaev e Igor Sushchin, residentes en su país de origen y trabajadores del Servicio Federal de Seguridad, el sucesor del temido KGB. Tal y como ha explicado a los medios Mary McCord, una de las encargadas de la investigación, los supuestos piratas informáticos se dedican en su 'vida real' a investigar delitos cibernéticos.

Las pesquisas han concluido que ambos espías, junto a dos hackers, son los responsables del robo de datos de 500 millones de usuarios de Yahoo ocurrido en 2014, aunque un año antes, la misma compañía, 'perdió' por otro ataque la información de 1.000 millones de usuarios.

Además de poner nombre y apellido a los espías, este miércoles también se lo han puesto a los dos hackers. Se trata de Karim Baratov, detenido en Canadá, y Alexsey Belan, uno de los piratas informáticos más buscados por el FBI.

Según el Gobierno de EEUU, los espías rusos se encargaron de proteger, dirigir y pagar a los piratas informáticos para que recopilaran información. En concreto, han desvelado que la ofensiva ha consistido en el ataque a ordenadores de empresas estadounidenses que proveen servicios de correo electrónico e internet, además del robo de otro información de distinta índole.

McCord ha dicho que los acusados usaron los datos robados de Yahoo para acceder a la información privada de periodistas rusos, empleados de servicios financieros y funcionarios de los Gobiernos ruso y estadounidense, incluyendo personal dedicado a la seguridad cibernética, personal diplomático y militar.

Sin dar nombres propios, el Departamento de Justicia cita entre los afectados a un banco ruso de inversiones, una empresa de transporte francesa, una aerolínea estadounidense y una cuenta creada por un ciudadano suizo para almacenar sus monedas virtuales bitcoin.

El espionaje a Clinton

Cabe subrayar que los hechos conocidos hoy no están relacionados con el ataque que sufrió el año pasado el Comité Nacional Demócrata y tampoco tienen conexión con la investigación del FBI sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones para favorecer al hoy presidente Donald Trump y perjudicar a su contrincante, Hillary Clinton.

Sin embargo, y a la vista de los acontecimientos, no se puede descartar que este asunto vaya a más. Hasta el momento se desconoce la reacción de los gobiernos de Vladimir Putin o Donald Trump sobre este caso.

Si ambos espías son declarados culpables, así como Alexsey Belan, se enfrentarían a una pena máxima de 35 años de cárcel, mientras que el otro implicado encararía un castigo de hasta 25 años de prisión al no estar acusado de robo de secretos.