Las noticias sobre los presuntos hijos de Julio Iglesias y Salvador Dalí, han sido uno de los temas del verano. De hecho toda la polvareda que han levantado nos pone en la pista sobre un tema poco conocido en la historia oficial, pero que sin duda supera cualquier reportaje del papel coucche. Los hijos ilegítimos de nuestros grandes artistas.

Es cierto que pocas vidas se han idealizado tanto como las de Cervantes, Velázquez o Lope de Vega. Al novelista se le ha tratado por no pocos historiadores como “héroe” y el dramaturgo tuvo ya en vida una especie de club de fans que popularizaron en Madrid la expresión “es de Lope” cuando algo era de buena calidad.

Los títulos de algunas biografías de Cervantes son un claro ejemplo de la idealización que se ha hecho del escritor

No obstante, pese a esa idealización, es cierto que sus vidas personales influyeron en sus obras, Velázquez estrechó tanto el trato con su maestro Francisco Pacheco que acabó casándose con la hija de éste. Cervantes por su parte narró sus peripecias como cautivo en Argel por medio de un personaje de El Quijote. De este modo adentrarnos en los detalles estas célebres biografías nos permite entender mejor cómo se crearon las principales piezas de nuestra cultura. ¡Y qué demonios! También robarle a la prensa rosa algún lector que acabe aficionándose a la historia.

Los infinitos memes que se han hecho sobre el porcentaje de población mundial descendiente de Julio Iglesias ensombrece ante el vigor de Lope de Vega, pues si el cantante tiene, que se sepa, diez vástagos (incluyendo la polémica de este verano) el dramaturgo madrileño le supera en cinco, con el valor añadido de que algunos los tuvo siendo sacerdote y otros nacieron de mujeres casadas. En realidad desconocemos con cuantas mujeres tuvo hijos Lope de Vega porque incluso de dos de estos, Fernando Pellicer y Fray Luis de la Madre de Dios, se desconoce la identidad de sus madres.

Lo que sí está claro es que muchos de sus amoríos tuvieron su reflejo en su obra, siendo  Clarilis, Maria Leonarda, Amarilis, Marfisa y otros tantos personajes femeninos, pseudónimos de sus amores.

Sor Marcela de San Félix fue hija de Lope de Vega y la actriz Micaela de Luján, una de las tantas mujeres casadas que sedujo el dramaturgo

Velázquez por su parte, no tuvo tanto ajetreo de alcoba, al menos que sepamos, pero si es cierto que, durante su segundo viaje a Italia, un periplo que duró tres años, en los que además de pintar alguno de sus cuadros cumbres, tuvo un hijo ilegítimo llamado Antonio de Silva.

Poco sabemos de este niño y casi menos de su madre. Para algunos historiadores como Maurizio Marini pudiera haber sido la pintora Flaminia Triva y otros van un paso más allá, como el catedrático José Camón Aznar, apostando porque tanto amante como hijo son los representados en el cuadro de la Venus del espejo que Velázquez pintó en aquellas fechas.

¿Serían los modelos del cuadro la amante y el hijo secreto de Velázquez?

Con Cervantes pasa algo parecido pues en se supone que también fue en Italia donde dejó un hijo natural del que ciertamente hay pocos datos. Los biógrafos especializados en buscar detalles en la literatura que completen lo que nos falta de la vida del escritor alcalaíno sospechan que cuando Cervantes narra en El Viaje al Parnaso, que en Nápoles se encuentra con un joven soldado llamado Promontorio que: “Llamóme padre, y yo llaméle hijo” hace en realidad referencia a un hijo secreto concebido en sus años de juventud en Italia. No obstante hasta no tener más pruebas solo podemos hablar de una licencia casi poética como el resto de la obra que no deja de ser un viaje imaginario.

Lo que es menos difuso es la paternidad de Isabel de Saavedra una chica nacida de las relaciones ilícitas de Cervantes con Ana Franca (o Villafranca según otras versiones) casada con el asturiano Alonso Rodríguez. 

De Isabel de Saavedra pocas pistas quedan en las páginas cervantinas, pero tampoco le hizo falta pues su periplo vital es tan apasionante que ella misma hizo de su vida una novela, viviendo oculta durante su adolescencia como criada de sus tías “las Cervantas”, para ser luego una joven lo suficientemente seductora como para hacer caer a algún aristócrata amigo de su padre, al cual no tuvo remilgos en desplumar económicamente para hacerse desde entonces una autentica emprendedora con buen ojo para las finanzas. 

La antigua calle de la Sartén (hoy Navas de Tolosa) en Madrid fue el lugar donde murió la hija secreta de Cervantes tras amasar un envidiable patrimonio