Que hidratarse en verano es especialmente importante es algo que toda la población conoce; sin embargo, son pocos los que están al corriente de que entre las consecuencias que puede tener para la salud la falta de líquido suficiente en el organismo está el aumento del riesgo de padecer cálculo renal.

La litiasis o piedras en el riñón, que es como más comúnmente se conoce a esta patología, son el tercer motivo de consulta en urología y su incidencia aumenta de forma significativa durante el verano. “Cuando hay olas de calor, a las pocas semanas hay un pico de incidencia de cálculos renales en las urgencias”, afirma a ELPLURAL.COM el doctor Miguel Sánchez Encinas, jefe del Servicio de Urología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Móstoles.  

“La falta de una adecuada hidratación”, explica este especialista, “conlleva una disminución del volumen de la diuresis, la cantidad de orina que se micciona al día, y eso hace que su concentración sea mayor, de manera que, en los pacientes con predisposición a padecer esta patología, aumenta la posibilidad de que se formen cálculos”.

Las piedras no se forman “de un día para otro”, pero este tipo de circunstancias hace que las condiciones que tienen de base los pacientes se incrementen. “La sudoración provoca que la pérdida de agua sea mayor, lo que produce a su vez una sobresaturación de cristales en orina que favorece la formación de la litiasis”.

El cálculo renal lo padecen aproximadamente cinco de cada cien personas, y la media de edad de incidencia está entre los 30 y los 50 años.

Hidratación y dieta, factores determinantes

Para evitar la formación de piedras en el riñón es fundamental la hidratación. Es muy importante “incrementar la ingesta hídrica”, recuerda el doctor Sánchez Encinas, “beber entre dos litros y medio a tres, dependiendo de la masa corporal del individuo”.

La dieta es otro de los factores determinantes. “La ingesta elevada de sodio, de sal, favorece que la expulsión de ésta sea mayor, ya que el cuerpo elimina el exceso, y eso arrastra en muchos casos el calcio, que es uno de los componentes de las piedras que vemos en consulta”, recalca este médico.

En este sentido, cabe subrayar, que “no solo se trata de la sal que añadimos a las comidas, sino también a la presente en los alimentos precocinados o en los frutos secos”.

Las dietas hipercalóricas e hiperproteicas se asocian también, significativamente, con la incidencia de la litiasis, una patología, que al igual que ocurre con muchas otras, está asociada a nuestra sociedad. En los mal llamados países del tercer mundo, como en India o África, “éste no es un problema alimentario. La mayor parte de las litiasis allí son de origen infectivo”.

El que lo sufre no lo olvida nunca

La sintomatología del cálculo renal es clara y no pasa desapercibida. “El que lo padece no lo olvida nunca”, indica el doctor Sánchez Encinas. Lo más habitual es que el paciente presente dolor de tipo cólico, “constante, pero con picos de subida y bajada, como en ondas, que afecta a la zona lumbar y que, en ocasiones, se irradia hacia la región inferior del abdomen”.

El dolor es consecuencia de “la obstrucción que la litiasis provoca en el flujo normal de la orina desde el riñón hacia el uréter y la vejiga”, y hay quien llega a presentar, incluso, náuseas y vómitos asociados.

Del mismo modo, puede aumentar también la frecuencia miccional, “puede haber sensación constante de ganas de orinar o de no quedar satisfecho”, e, incluso, “presencia de sangre en orina (hematuria)”.

En algunas ocasiones, además, “la orina se infecta y el paciente puede tener fiebre, lo que requiere medidas urgentes, ya que la infección pasa a la sangre”.

Por lo general, la presencia de cálculo renal se determina cuando hay sintomatología. En muy pocos casos las piedras se encuentran de forma ocasional en una ecografía o en un escáner.

Distintos tratamientos

A la hora de abordar la patología hay distintos tratamientos. Para la fase aguda, “como sucede con el cólico renoureteral”, se hace uso de analgésicos e hidratación.  

Como tratamiento definitivo del cálculo, existen principalmente dos opciones basadas en la fragmentación de la piedra. “Hacerlo de forma externa, con litotricia por ondas de choque, o en quirófano, accediendo a la vía urinaria con endoscopia”.

Por último, en los pacientes con alguna alteración metabólica con predisposición a eliminar más calcio o ácido úrico, es preciso “pautar mediación para reducir el riesgo de litiasis”. Los pacientes con enfermedad de Crohn también tienen mayor probabilidad de sufrir piedras en el riñón, debido a los problemas de absorción de fósforo y calcio que suelen padecer.