¡Agón! La competición en la antigua Grecia es el nombre del nuevo proyecto impulsado por la Fundación la Caixa y el Museo Británico con el objetivo de dar visibilidad a una colección extraordinaria relacionada con el juego, el deporte y la competición en la antigua Grecia. 

Concretamente, esta iniciativa está coordinada por el director del British Museum, Hartwig Fischer y el especialista en escultura y arquitectura de la antigua Grecia en el museo y comisario de la muestra, Peter Higgs. Junto a la directora general adjunta de la Fundación Bancaria la Caixa, Elisa Durán también se han encargado de la inauguración de la exposición. 

Este proyecto es, a juicio de la fundación, fruto de la voluntad entre ambas instituciones de promover el conocimiento a partir de la organización de grandes proyectos expositivos presentados conjuntamente a partir de las colecciones británicas. 

"Es una manera de hacer entender la competición de la misma forma que lo hacían los griegos: como un valor colectivo", afirma Durán. "El término Agón no sólo hace referencia a la competición, también al carácter público del mismo".

La muestra, que se podrá visitar hasta el 15 de octubre, comprende un conjunto de obras que van desde las canicas y los dados utilizados por niños de hace 2.200 años, hasta un fragmento del friso del Mausoleo de Halicarnaso: una de las siete maravillas del mundo antiguo. 

Pero lo más llamativo de esta cohesión internacional es que es la primera vez que se ceden las piezas de la renombrada colección del British Museum, que con más de 100.000 objetos tiene uno de los fondos de antigüedades más grandes y completos del mundo clásico. 

La amplia selección está formada por 172 piezas antiguas y comprende desde una decena de estatuas de grandes dimensiones hasta pequeñas figuras, entre los que destacan sellos exquisitamente grabados hasta monedas: todas unidas por primera vez en la historia.

La exposición se inicia con Niké, la diosa de la victoria que conecta el mundo de los mortales con el mundo de los dioses, y finaliza con los mitos, aquellos que, como bien ha explicado Elisa Durán, "elevaban al mundo de los dioses las inquietudes del hombre". 

Además, en los próximos meses llegarán otros dos proyectos previstos en Madrid, Barcelona, Zaragoza, Sevilla, Palma, Girona, Tarragona y Lleida. Estas permitirán descubrir auténticas obras maestras de las colecciones del Museo británico de algunas de las grandes civilizaciones de la historia de la humanidad mejor representadas en el centro londinense.

El espíritu competitivo, inherente a la naturaleza humana

¿Por qué dar visibilidad al antiguo espíritu competitivo? Simplemente, porque los antiguos griegos pensaban que este era inherente a la naturaleza humana y que podría transmitir una fuerza positiva, innovadora y dinámica.

Y es que, frente al individualismo que domina muchos aspectos de la vida actual, en la antigua Grecia la competición representaba la personalidad colectiva y era un elemento de cohesión social

"Los griegos consideraban que se podía alcanzar la excelencia con un equilibrio entre la mente y el cuerpo; a través de la habilidad atlética, buscaban un físico impecable, y a través de la filosofía, la ciencia y la apreciación de las artes, cultivaban la mente", sostienen los organizadores.

Héroes, atletas y guerreros ilustraban esta rivalidad. Los griegos eran fanáticos del deporte, y los Juegos Panhelénicos que se celebraban en Olimpia, Delfos, Istmia y Nemea— atraían a los mejores atletas. Además, los ganadores eran considerados héroes y podían conseguir grandes premios. fama y prestigio. 

Por su parte, los acontecimientos deportivos atraían a grandes multitudes y constituían una de las principales formas de entretenimiento. "La rivalidad no solo se concebía como una aptitud en el terreno de la lucha o la guerra, sino que tenía un sentido honorable y de respeto hacia el otro y hacia uno mismo", sostiene Elisa Durán.

La muerte también era especialmente importante para los antiguos griegos, que prestaban mucha atención a todo lo que guardara alguna conexión con ella. Por eso daban gran importancia a los preparativos funerarios, los entierros y la vida en el más allá. 

En este caso, un funeral podría ser la ocasión perfecta para grandes despliegues de comida y bebida, y su duración y magnitud dependían de la riqueza y el estatus de la persona fallecida. La forma de presentarse tras la muerte era un acto de rivalidad social, un modo de inmortalizar el estatus en sociedad