La Fiscalía ha acusado a once guardias civiles del aeropuerto de Gran Canaria de exigir sobornos a pasajeros africanos a cambio de ignorar el dinero y los alimentos que intentaban introducir en España en 2008. Unos hechos que han sido registrados en vídeo y que la fiscal Teseida García califica de corrupción “muy grave”.

Estos agentes estaban al cago de la seguridad para evitar el blanqueo de capitales y que entraran alimentos en mal estado o peligrosos. Por ello, la fiscal ve “muy graves” los delitos y señal que se han aprovechado del poder y de su uniforme.

Las cantidades de los sobornos variaban entre los 20 y los 1.500 euros, según espera demostrar en el juicio. Uno de los acusados de la trama ha señalado al Jurado que ignora por qué un viajero le dejó 50 euros en la gorra del uniforme.

La segunda jornada del juicio se celebra en la Audiencia de Las Palmas, donde ha declarado este procesado, José Antonio A.S., y José Juan P.M., que encaran una condena de 18 años de prisión, que sería la pena máxima que se pide en este caso, donde también están siendo juzgados otros ocho guardias civiles y dos viajeros por unos hechos de 2008, informa Antena 3.

Las imágenes grabadas por la cámara de vídeo de la oficina de la unidad fiscal del aeropuerto, que ha visto el jurado, muestran como el imputado Mahjoub A.B., declarado en rebeldía, deja dinero en la gorra. Son unas imágenes de agosto de 2008, que además muestras como ambos acusados se repartían los billetes.

Algo que ellos han explicado con la excusa de que estaban reuniendo dinero para regalar un reloj a un compañero a punto de jubilarse. La fiscal sostiene que era dinero exigido a Mahjoub a cambio de no comprobar el origen de los 250.000 euros que portaba consigo.

En otras imágenes se ve a un pasajero con destino a Dákar (Senegal), un armador coreano que también está imputado, dejar una caja con seis kilos de pulpo como regalo a cambio de que le dejaran sacar 180.000 euros del país sin contar el dinero.

Uno de los acusados, José Antonio, que fue quien rellenó la documentación del pasajero, ha declarado no saber por qué dejó el pulpo el pasajero. Pero su compañero, José Juan P.M. ha explicado que es una costumbre de Corea del Sur dejar pulpos como regalo, lo que él aceptó, aunque admitió que “está mal”.