Este lunes se ha vivido un nuevo tiroteo en Estados Unidos. Concretamente se está investigando un altercado en el que se han producido cinco muertes dentro de una oficina situada dentro de un polígono industrial en Orlando, Florida. Así lo ha confirmado la oficina del sheriff del condado de Orange en la CNN. Cuatro de las víctimas han fallecido en el lugar y la quinta lo ha hecho en el hospital donde había sido trasladada.

Hasta el lugar se han desplazado miembros de la policía local y del FBI y la oficina del sheriff ha informado del incidentes a través de su cuenta de Twitter. 

La Oficina del sheriff, en una rueda de prensa en la zona, ha informado que el autor del ataque se ha suicidado, tenía 45 años y era un trabajador de la empresa atacada que había sido despedido en abril. Además de los cinco muertos hay siete supervivientes. Las fuerzas de seguridad también han asegurado que "no podemos vincular este suceso con un acto de terrorismo". También han querido lanzar un mensaje de calma asegurando que la situación ya está "controlada" y se puede hablar de estabilidad. 

La historia que siempre se repite

Lamentablemente, no es la primera vez que se vive un tiroteo en Estados Unidos. La historia de este país está llena de sucesos similares y de varios que han acabado convirtiéndose en matanzas.

Sólo quedan siete días para que se cumpla un año del tiroteo que acabó con la vida de 49 personas en una discoteca LGTBI, una matanza que se recuerdo como la mayor en suelo estadounidense después 11-S.

Un año desde que un hombre entrara en la discoteca frecuentada mayormente por personas homosexuales y acabara con la vida de medio centenar de personas dejando a otras 53 heridas.  

Aquella noche se celebraba una Noche Latina en el club Pulse y acabó convirtiéndose en un infierno. Omar Mateen, estadounidense de origen afgano, entró armado con un rifle y una pistola y comenzó a disparar indiscriminadamente. Finalmente, Mateen murió en un enfrentamiento con la Policía, que entró al local para liberar a los rehenes que él había tomado.

Aunque el FBI aseguró en un principio que no se podía hablar de un "crimen de odio o terrorista", el Estado Islámico (EI) asumió la autoría de la matanza.