Existen historias que traspasan el marco de la realidad. Sucesos que se convierten en leyendas épicas las cuales son imposibles de constatar si están más cerca de lo real o de la imaginación. Ésta en concreto se ambienta en el Kiev de 1942. Ucrania había sido invadida por los nazis un año antes en una ofensiva feroz contra el Ejército Rojo. Muerte, caos y destrucción contra los “esclavos eslavos” por parte de los escuadrones de la muerte de Himmler, la Luftwaffe y la Wehrmacht. Además, contaban con la ayuda de los Einsatgruppen, unas brigadas de las SS encargadas de la erradicación de los judíos. En Ucrania exterminaron a 50.000 de ellos. El país beligerante ya había sido conquistado pero faltaba construir el relato. Para certificar el aplastamiento del enemigo es necesaria la actuación de la propaganda y, ¿qué mejor que un partido de fútbol para demostrar la superioridad aria frente al inferior?.

El Dinamo de Kiev era el orgullo del país. Un club pionero de la Unión Soviética que se vio descuartizado tras la invasión alemana y cuyos integrantes fueron hechos cautivos en campos de concentración y obligados a trabajar en una panificadora. En condiciones infrahumanas pero vivos. Fueron afortunados porque tras ser enjaulados, un oficial de la Wehrmacht aficionado al fútbol les reconoció. Y ese hombre anónimo fue quien encendió la mecha de la historia más grande jamás contada en la historia del fútbol. La propagada Nazi era una maquinaria perfecta. A través de una sádica brillantez, la ideología imperante se iba construyendo a través de maquiavélicas mentiras. Goebbels aplicaba con maestría su propia frase que dice que “es buena la propaganda que conduce al éxito”. Además, el hecho de incluir al deporte para ponderar los valores de un pueblo o una ideología consigue que el mensaje penetre de forma impecable en nuestra mente. 

Esclavos irreductibles

Las calles de la capital ucraniana empezaron a llenarse de carteles que anunciaban el enfrentamiento entre las Fuerzas Armadas de Alemania y el antiguo Dinamo de Kiev, rebautizado como Kiev City Start. El complejo de superioridad nazi subestimó a ese grupo de jugadores que a pesar de estar cautivos dieron un repaso a sus rivales. Un fútbol combinativo, talentoso y cargado de venganza sirvió para humillar al general de división Eberhardt, un personaje cuyas amenazas de muerte no consiguieron amedrentar a un grupo de esclavos. Con una hora disputada se ordenó suspender el partido. El marcador indicaba 4-1 para el Start. No quedaría ahí el suceso ya que tres días después se repitió el partido y la humillación sería aún mayor. 6-0 para constatar la superioridad de los infrahumanos ante los superhombres. La historia del Start no había hecho nada más que empezar.

Resulta muy fácil ordenar a un pelotón de fusilamiento que acabara con la vida de aquel grupo de irreductibles ucranianos. Sin embargo, el sentimiento nacionasocialista de Ebenhardt le obligó a  buscar venganza en vida. Por eso se ordenó al MSG Wal, un equipo húngaro compuesto de jugadores profesionales que lucharon junto a los alemanes en el Frente Oriental, que viajara a Kiev para enfrentarse contra ese grupo de insolentes eslavos. FC Start 5 – 1 MSG Wal. Otra humillación. Al igual que en el primer partido, se ordenó repetir el encuentro ganando el equipo local por 3 a 2. Las condiciones de los jugadores del Start empeoraban. Los trabajos forzados, la mala alimentación y la nula asistencia médica sumada al esfuerzo del fútbol aumentaba la gesta de los ex jugadores del Dinamo de Kiev. ¿Cómo era posible?. ¿Por qué la raza aria no era capaz de ganar ante un grupo de presos?. Siguieron cayendo guarniciones alemanas, húngaras y rumanas. Goleadas de libertad contra los invasores. Uno a uno caían los supuestos invencibles. Sólo había un equipo capaz de frenar todo esto. Tan sólo el invicto equipo del Ejercito Alemán podría ser capaz de acabar con esta constante vejación contra los valores nazis. Un avión de la Luftwaffe hizo llegar al Flakelf a Kiev.

El partido de la muerte

9 de Agosto de 1942. Hacía poco más de un año que el Ejercito Rojo había sucumbido ante las tropas de Hitler. Ucrania había sido invadida y su pueblo sometido. Pero no todo. Un grupo de futbolistas estaba poniendo en jaque a un imperio gracias al fútbol. Aquel veraniego día de principios de agosto un oficial de la SS se dirigió a los integrantes del FC Start y les dijo: “Para nosotros no es imprescindible ganar, porque ya sabemos que somos muy superiores a unos indeseables como vosotros. Todo el mundo sabe que habéis obtenido cada una de vuestras victorias haciendo trampas. No lo que ahora nos importa es que obedezcáis una orden muy sencilla. ¡Perded este partido!. Porque si ganáis, moriréis. Eso os lo prometo de verdad. No hay nada más seguro. Ganad y moriréis”. ¿Qué hacer en una situación como ésta?. Los jugadores del Start lo tenían claro. Nunca rendirse, jamás claudicar. Estaban obligados a morir de pie. Y así fue.

El Flakelf comenzó ganando el partido. Los nazis creían que por fin, había llegado la hora de ajusticiar a aquellos arrogantes ucranianos. Sin embargo, el Start comenzó a atacar. Constantes ofensivas para remontar el partido de la muerte. Cada gol local era un pisotón en la esvástica. Cuando la remontada fue un hecho, con 5-3 en el marcador, las SS dieron el partido por terminado a través de las balas de sus ametralladoras. Varios futbolistas del Start cayeron abatidos en el mismo campo en el que demostraron su superioridad ante la élite de la raza aria. Quienes no fueron mortalemnte heridos fueron enviados inmediatamente a Babi Yar, un barranco que fue escenario de la masacre nazi. Más de 150.000 personas fueron exterminadas allí. Entre ellos, los jugadores del Start. Excepto tres, a los cuáles se les obligó a ser testigos del asesinato de sus compañeros. 

Aquellos jugadores son héroes en su país. En la actualidad, la sede del Dinamo de Kiev es flanqueada por una estatua dedicada a estos valerosos jóvenes. Orgullo de Ucrania y de la dignidad del ser humano. La historia de un equipo de fútbol que jamás se arrodilló ante la opresión. Los jugadores que vencieron en el partido de la muerte.