La teoría de la rana hervida tiene su origen en la literatura fisiológica del siglo XIX. Fue expuesta por primera vez, aplicada a cuestiones políticas y financieras, por Jack Welch, escritor e ingeniero químico norteamericano quien, con este símil, pretendía explicar cómo es el proceso del fracaso de empresas o iniciativas, tanto a nivel profesional, laboral como personal. El ir habituándose a condiciones negativas es fácil si el proceso se produce de manera progresiva y gradual. Si se añade agua hirviendo a un recipiente con una rana sumergida en agua fría, el animalillo saltará al percibir de improviso ese cambio radical de temperatura. Pero esa misma rana en un recipiente sometido a incrementos graduales de temperatura se irá habituando, se irá adaptando al calor, no reaccionará a tiempo y acabará por morir hervida cuando la temperatura del agua ya sea letal.

Se trata de una metáfora que puede aplicarse a muchos aspectos de la vida. Somos “animalitos de costumbres” y podemos ser capaces de soportar presiones terribles, prácticamente sin darnos cuenta, cuando hemos sido sometidos a ellas de manera paulatina, continua y progresiva. En realidad, se trata de una técnica de manipulación, a través de la cual se va habituando a una sociedad o a un individuo a una serie de condiciones adversas que son aceptadas sin la menor protesta.

Cuando un cambio, ya sea político, social, ideológico o personal se introduce de forma suave y lenta en nuestras vidas, escapa de nuestra conciencia sin que nos preparemos para actuar o reaccionar a tiempo cuando la situación se va volviendo peligrosa, dañina o insostenible. En esencia, ese proceso es la esencia misma de cualquier manipulación. Si el daño queda evidente para la víctima desde el primer momento, se defenderá. Se trata de conseguir que quede sometida sin que  lo perciba y que, cuando lo perciba, ya no pueda defenderse y carezca de cualquier herramienta de defensa.

Cuando un cambio se introduce de forma suave en nuestras vidas, escapa de nuestra conciencia sin que nos preparemos para actuar. Es la esencia de cualquier manipulación

Es así como impusieron el neoliberalismo en nuestras vidas. Es así como se gestionó la corrupción generalizada en los estamentos públicos. Es así como soportamos el recorte de los servicios públicos, pese a que sabíamos del traspaso descarado de dinero público a manos privadas. Es así como nos están haciendo tragar con ruedas de molino tras haber sido demolido cualquier atisbo de confianza en la gestión política de este país. Nos fueron empezando a manipular desde décadas antes, exactamente desde la primera legislatura de Aznar, cuando este salvapatrias empezó a preparar el terreno para convertir este país en lo que es ahora. “España va bien”, decía, mientras bajo cuerda creaba las bases del neofascismo que sobrevuela sobre nuestras cabezas.

En ese camino todas las libertades se han ido cercenando. La libertad de expresión, especialmente. Porque hay que reprimir y amordazar a una sociedad si se quiere abusar de ella. La Ley Mordaza de Rajoy es la culminación, a día de hoy, de esa anulación del derecho fundamental de todo ser humano de expresarse; derecho que, por otra parte, es uno de los grandes cimientos de las democracias.

La Audiencia Nacional ha condenado a Casandra Vera a un año de prisión por unos chistes sobre Carrero Blanco que difundió por Tuiter. Su vida ha quedado amputada. No podrá lograr su sueño de ser profesora de Historia. Es de locos. Tip y Coll ya hacían chistes sobre Carrero Blanco. La propia hija de Carrero califica de disparate condenar a esa joven por una burla en redes sociales.

Leía hace unos días un comentario de Joaquim Bosch, el anterior portavoz de Jueces para la Democracia, en el que decía que “Carrero Blanco ocupó durante décadas los más destacados cargos de una dictadura especialmente sanguinaria, que perpetró asesinatos, torturas y todo tipo de crímenes contra la humanidad. Los chistes sobre Carrero siempre han sido una sátira contra ese régimen opresor, y no implican justificación alguna del terrorismo. Mantener el mausoleo faraónico de Franco en el Valle de los Caídos sí que es enaltecer el terrorismo de Estado.” Sin embargo, una chica joven es condenada a prisión por un chiste sobre un alto cargo de la dictadura, y el mausoleo en loor a la dictadura sigue siendo financiado con dinero de todos los españoles. Así son las cosas. ¿Acaso estamos hervidos como esas ranas que de tanto habituarse a la desolación mueren impasibles dentro de ella?