Su aspecto físico, 1,80 cm y 120 kilos, impone respeto y su historial delictivo estremece.

Está considerado el preso más peligroso de nuestro país y cumple condena en la misma cárcel que lo hace Rosario Porto, condenada a 18 años de prisión por matar, junto a su marido, a su hija Asunta, el centro penitenciario de Teixeiro, en la provincia de A Coruña.

Fabrizio Joao Silva Ribeiro, natural de Guinea Bissau, acumula condenas. La primera de ellas, de 22 años cárcel se la impusieron por matar en Bilbao en 2004 a su novia asestándole 25 puñaladas, después de violarla.

Diez años más tarde, en la cárcel de Córdoba acabó con la vida de otro preso en un baño, por lo que sumó otros 18 años de condena. Tras este suceso fue trasladado a la prisión gaditana Puerto III, donde trató de asesinar a cinco funcionarios durante un registro de su celda, y fue entonces cuando lo llevaron hasta el centro penitenciario coruñés.

Lleva casi seis meses allí y según fuentes consultadas por ELPLURAL.COM “su comportamiento es normal porque el régimen al que está sometido no permite que no lo sea”.

Ocupa un ala en solitario del módulo 15, un departamento de régimen cerrado que cuenta con las máximas medidas de seguridad. No tiene contacto físico alguno con funcionarios o presos.

En el ‘top de peligrosidad’

Dentro de la clasificación que se hace de estos, se enmarca en el ‘top de peligrosidad’, el primer grado, en la modalidad Art. 91.3 RP. Pero con restricciones todavía mayores, puesto que en este caso los reclusos pueden salir al patio de dos en dos y Fabrizio lo hace en solitario.  Por su violencia, Instituciones Penitenciarias “ha elaborado un protocolo especial”.

“No hay otro preso que esté en estas condiciones en España, porque tampoco hay otro reo como él”, subrayan las mismas fuentes.

Fabrizio pasa 22 horas al día en su celda, que cuenta con doble puerta. Se trata de un espacio de unos diez metros cuadrados en el que hay una cama, un armario, un pequeño escritorio, un plato de ducha y un váter. Dispone de un interfono para ponerse en contacto con el personal de la cárcel. Cuando va a una videoconferencia sale esposado, “algo que no ocurre con el resto de presos”.

Legislación a favor

La legislación en este caso juega a su favor. “No tenemos medios para tratarles”, aseguran trabajadores de la prisión. “No quieren saber nada de reinserción”. Acumulan condenas que superan los años que pueden estar en la cárcel, de manera que “no temen nada”. Los funcionarios se preguntan con ironía “¿Qué vas a imponerles una sanción administrativa? Sólo puedes protegerte”.

De momento, les es fácil, por el grado de aislamiento del reo, pero si se suavizan las medidas por su ‘buena conducta’, “volverá a actuar”. No tienen dudas. Cuando eso ocurra, “el que se cruce en su camino lo pagará. Es cuestión de tiempo, aquí o en otro centro”, afirman con rotundidad.

Amistades peligrosas

No es el único preso “muy peligroso” que está en Teixeiro. Esta misma semana, otro de los reclusos más conflictivos del país, J.D.G.C., experto en artes marciales y de gran fortaleza, hirió a seis funcionarios.

Fabrizio y él se conocen de otros centros y “parecen tener ganas de coordinarse para agredir a los funcionarios”. Lo cierto es que en el ranking de peligrosidad le sigue de cerca. Ha pasado por distintas prisiones del país en las que ha protagonizado buen número de agresiones, tanto a presos, como a funcionarios.

Durante el conflicto que se originó hace pocos días en la cárcel gallega cuando un funcionario le indicó a J.D.G.C que debía regresar a su celda, Fabrizio y otro recluso animaron a los presos “a través de los canales que utilizan ellos para comunicarse”, a sumarse a la pelea.

Ambos, de momento, seguirán en prisión. El considerado el “recluso más peligroso de España”, lo hará entre las más estrictas medidas de seguridad. Pero ¿hasta cuándo podrán mantenerse estas medidas?