La derecha castellano-manchega le llama “El pacto de los sillones” porque a su entender  ha prevalecido el reparto y asunción de cargos por encima de un programa de gobierno para los dos años que quedan de legislatura, pero en realidad el acuerdo alcanzado entre PSOE y Podemos, o mejor dicho, entre Emiliano García-Page y Pablo Iglesias/García Molina, es una jugada maestra que a buen seguro proporcionará al socialista más adhesiones políticas que renuncias electorales. Con el pacto de Gobierno, García-Page sienta a su vera al líder de la formación morada, José García Molina, otrora dinamitador y traidor de los acuerdos previos con el PSOE, que ocupa ya la vicepresidencia segunda, y a la profesora universitaria Inmaculada Herranz, que prometió su cargo como consejera encargada de coordinar el Plan de Garantías Ciudadanas, que tanto gusta reivindicar a la formación morada.

La carambola a dos bandas limpia de obstáculos la mesa de billar  para seguir jugando la partida con garantías, y nunca mejor dicho, que es a lo que se dedicará en cuerpo y alma el presidente Page, que, siempre según fuentes de su entorno consultadas por ELPLURAL.COM, ha fundamentado su decisión en cinco grandes aspectos.

Abre la gran precampaña

Estabilizada la política, aprobados los presupuestos, socialización de Podemos y anulación del PP, a García-Page le quedan las manos libres para hacer lo que mejor sabe hacer: venderse y vender los logros de su Gobierno comparados con los desastrosos resultados del austericidio llevado a cabo por Cospedal en Castilla-La Mancha durante cuatrienio 2011-2015,  que pasarán a la historia como la peor época socio-económica de la región. Emiliano García-Page puede volver a coger las riendas de la portavocía, un aspecto que domina a la perfección, y recorrer la región a lo largo de sus 80.000 kilómetros cuadrados para encontrarse con el electorado que desde 1983 ha venido siendo fiel al PSOE, salvo el paréntesis de la presidencia de María Dolores de Cospedal. Los votantes siempre han identificado al PSOE con la región, y eso García-Page lo conoce a la perfección dada su vasta experiencia política, administrativa y de gestión.