Cuando en dirección hacia Madrid se cruza la última frontera con Castilla La Mancha y se abandona Andalucía, al final de Despeñaperros, se encuentra 'Casa Pepe', al límite de las provincias de Jaén y Ciudad Real, pero en término territorial manchego. Un bar restaurante que expone en sus vitrinas, paredes, cartas, imágenes de personajes del Régimen, banderolas con el "aguilucho", objetos relacionados con la Falange, elementos de vestimenta militar e incluso en sus productos gastronómicos ofrece la más amplia simbología franquista que en unos metros cuadrados puede caber. ELPLURALha visitado este santa sanctorum de la exaltación y realizado un reportaje fotográfico que mostramos. Obviamente no nos presentamos como periodistas de este medio. Es más, pusimos cara de turista despistado e incluso, por momentos, de paparazzi encantado de conocer el lugar en busca de indiscretas fotos.

Un museo de los horrores
Al entrar en este bar restaurante uno tiene la sensación de ingresar en el túnel del tiempo, una larga etapa de cuarenta años que los niños y no tan niños desconocen y los mayores recuerdan como los años de las faltas de libertades, represión y penurias. El franquismo y su historia se recrea y escenifica en este templo de la derechona imperante en forma de fotos, carteles, banderas, botellas de vino, aceite, merchadising etc... Más que un lugar de la restauración es un museo de los horrores, un panteón fascista y un mausoleo del dictador Francisco Franco. Una isla del fascismo hispano con cuadros, objetos, camisetas, merchadising, cartelería, fotografías... Hasta el vino o el chocolate que se venden y expone en sus vitrinas están teñidas de la más pura simbología reaccionaria del golpista que se alzó en armas en el 36.

Objetos, fotos, cartelería, camisetas, hasta el chocolate es fascista
Pero si solo fuera eso, que nos hallásemos ante un museo reaccionario, nostálgico y que rinde culto al fascismo español, si tan solo fuera eso, estaríamos ante un anacronismo expositor impensable en Alemania con Hitler o en Italia con Mussolini y que exalta lo peor de un régimen político sanguinario. Pero es que además de ser un templo monográfico en forma de bar dedicado a ese periodo luctuoso de la historia española con cartelería, fotos o hasta camisetas, también se muestran contenidos ofensivos a Felipe González, Zapatero o Pablo Iglesias, el PSOE, Podemos y contra el propio sistema democrático. Curiosamente contra el PP, supuesta formación integrante de la odiada democracia que detestan, no hay nada.

El iniciador, un admirador de Hitler
Juan Navarro Muñoz fue el hombre que realmente impulsó este establecimento mausoleo de la nostalgia. No solo lo hizo como un "producto" de marketing para atraer el interés de visitantes -necrófilo reclamo- sino que además era un convencido de la causa franquista. Frases de su boca como "Hitler o Franco, uno de los dos haría falta ahora en España", "Las mujeres deberían estar en la cocina, haciendo los deberes de la casa", fueron algunas de las "reflexiones· que Navarro proclamó hasta su fallecimiento en 2013.


La Isla del Franquismo
Indagando en su pasado, este hostelero devoto ultraderechista, transformó este bar de carretera enclavado en el término municipal de Almuradiel (Ciudad Real), en lo que ahora es, una conjunto de reliquias del pasado franquista y en una loa al Caudillo y a la dictadura. Muchas enseñas preconstitucionales decoran el lugar junto a y los retratos, cuadros y fotografías de Franco y José Antonio. Es una especie de zona cero inconstitucional por la que la transición política ni la Ley de la Memoria Histórica han pasado. Castilla-La Mancha, a pesar de lo que se crea, si es territorio insular y tiene también su islote, la Isla del franquismo y se llama "Casa Pepe".

Un homenaje al mecenas y apologeta de la Dictadura
El bar que se saltó la Transición política ha sobrevivido al fallecimiento de su propietario. También a la crisis económica que tantos bares de carretera cerró y a la Ley de Memoria Histórica que el Gobierno central recomienda, más que obliga, cumplir de manera laxa, tímida y errática. Incluso el Ayuntamiento de Almuradiel, tres años después de la muerte del hostelero, le dedicó una calle.



Al entrar lo primero que impresiona es una especie de altar en honor de Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera. Los colores predominantes hasta hartar a la retina son, como no, el rojo gualda y el amarillo, trufado del corporativo falangista. Anexo al bar coexisten estanterías en una especie de supermercado del horror político. Botellas de vino, aceites con etiquetas con la cara de Franco, jamones con el aguilucho, camisetas ultras, cascos y gorras militares, llaveros y numerososos elementos de merchadising reaccionario, pueblan las paredes de Casa Pepe. En sus inicios el establecimiento fue una simple tienda de ultramarinos heredada de su padre, José Navarro Valero -de ahí el nombre de Casa Pepe- y que hoy regentan dos de sus hijos.Todo comenzó con una afición de coleccionista pues allí acudían excombatientes de la Legión y miembros de la fundación de la División Azul que aportaban más objetos y recuerdos. Ya en los setenta, Juan Navarro comenzó la radical reconversión de la tienda en un pequeño Valle de los Caídos castellano-manchego.

Nunca la ley se ha interesado por este símbolo contrario a la Memoria Histórica. Según informaciones, la única vez que Navarro fue sancionado lo fue por exhibir en una corrida de toros la bandera preconstitucional. De ese momento se muestra una fotografía en la que un guardia civil le toma los datos para la multa.

Moteros y grupos nostálgicos
Los hijos del hostelero franquista, Manuel y Juan José, son los que cogieron el testigo de seguir con este faro que "ilumina" al visitante que cruza Despeñaperros y que, unas veces por curiosidad, otras por sintonía ideológica, recalan en el establecimiento. Algún grupo de Falange cercano organiza allí comidas anuales de hermandad. También se ha convertido en un enclave de moteros y grupos nostálgicos que acuerdan este sitio como lugar de parada y encuentro. Atienden, en honor a la verdad que de manera muy correcta, los trabajadores y los hijos, al otro lado de la barra, con un polo azul marino y bandera de España bordadas en el pecho, como no podría ser de otra manera.

Terminamos nuestra reportaje fotográfico. Salgo y vuelvo a ver una inmensa bandera nacional ondeando sobre el azul cielo de Despeñaperros en una tarde, ya casi anocheciendo, que anuncia una nueva subida de temperaturas. Un calor que comienza a hacer de las suyas y que mentalmente se ha visto incrementando por la visita a un restaurante de carretera, a un bar de Despeñaperros orientado cara al sol. Me meto en el coche, pongo el aire frío a tope y me alejo...¡pufff que alivio!. Conecto la radio y me sale "Taburete". Cambio y oigo el "Viva España" de Manolo Escobar. Definitivamente opto por apagar el aparato y entregarme a la práctica del soliloquio plática con ese buen amigo que me enseñó el secreto de la melancolía. Llegando a Madrid oigo, para desintoxicarme de residuos franquistas, a mi amigo Andrew Villano y a su grupo "Ley de Vida". Impoluto quedo.